La red ciudadana por el acuerdo y la consulta Lokarri celebró ayer en Bilbao su último acto, un encuentro de despedida con la sociedad vasca tras nueve intensos años de actividad en momentos muy complicados. Más allá de algunas consideraciones sobre su origen, trayectoria e incluso sus posicionamientos y estrategias, lo cierto es que Lokarri ha jugado un papel imprescindible en el enrevesado panorama político y social de Euskadi y ha marcado una etapa decisiva en la historia reciente de nuestro país. El balance de su actuación, por tanto, puede calificarse de positivo: ahí están sus logros. Es evidente, público y notorio que Lokarri nace tras la disolución de Elkarri, movimiento que cerró sus puertas cuando consideró que su misión en favor del diálogo y el acuerdo estaba, en líneas generales, cumplida. Su trayectoria es, en este sentido, heredera de aquella organización liderada por Jonan Fernández. En estos nueve años de vida Lokarri ha tenido momentos álgidos, de importante actividad y de gran influencia sobre algunos acontecimientos trascendentales para el proceso de pacificación y normalización, y otros cuyas circunstancias obligaban al trabajo oculto, discreto y callado. En ambas facetas, la red encabezada por Paul Ríos ha realizado una labor encomiable en favor de la construcción de la convivencia en Euskadi, en base a la misión que se marcó desde su nacimiento: la contribución a un proceso de paz y normalización a partir de la defensa de la no violencia y del diálogo sin exclusiones. Ese legado, su indiscutible, incansable e insistente papel de puente en la sociedad vasca y la articulación de un discurso que conecta directamente con los anhelos de la sociedad vasca, es el que quedará para siempre en la memoria. Más allá de su gran hito, el éxito de la Conferencia de Aiete que dio paso al fin de la actividad armada de ETA, Lokarri ha sido un elemento cuyo valor tomará dimensión con el tiempo pero que, en cualquier caso, ha cimentado la convivencia en Euskadi. Lokarri desaparece cuando aún quedan muchos retos; el principal, el desarme y desaparición definitiva de ETA. Objetivos para los que la sociedad vasca, bajo el espíritu de esta red social y de otros movimientos como Gesto por la Paz, cuenta con instrumentos, energía y, sobre todo, masa crítica para llevarlos a cabo.