El Partido Socialista está acostumbrado al fuego amigo. Probablemente cuando Winston Churchill teorizaba en el Parlamento británico sobre adversarios en la bancada contraria y enemigos en la propia tenía algo en mente parecido a la familia del PSOE, en sus diversas variantes. Basta echar un vistazo somero a los últimos años, desde las zancadillas más o menos notorias que se pusieron Patxi López desde Ajuria Enea y José Luis Rodríguez Zapatero desde Moncloa, a la liquidación por la vía rápida de la dirección madrileña por Pedro Sánchez con el peligroso argumento de las perspectivas electorales. Y Álava está lejos de ser una excepción. Las filas socialistas alavesas viven en la convulsión pública desde hace tres años, cuando llegó a cristalizar incluso en una corriente crítica con la dirección territorial que llegó a presentarse como alternativa en el último Congreso extraordinario. La renuncia ayer de la cabeza de lista en Vitoria, Maite Berrocal, no deja de ser un nuevo capítulo en un ya largo serial. Un capítulo, eso sí, con el agravante de que se produce a menos de cien días de las elecciones, con un PSE que hace cuatro años quedó como tercera fuerza en el Ayuntamiento tras haber ostentado la Alcaldía y al que las encuestas coinciden en augurar un nuevo retroceso. Berrocal no era la candidata del sector oficial que resultó vencedor en el último Congreso territorial de la mano de Cristina González y su designación vino a ser un oportuno tren para intentar desactivar la pelea entre el aparato y los críticos liderados por Iván Ruiz de Eguílaz, que tras perder el Congreso acabaron por dar un paso atrás a la hora de plantearse optar a las primarias. Hasta que ha llegado la hora de completar las listas electorales y han vuelto a aflorar las diferencias, insalvables a luz de los hechos, entre unos y otros. El PSE alavés sigue fracturado y ahora será la Ejecutiva la que designe a un nuevo candidato, que luego refrenderán las dos agrupaciones del partido en Gasteiz. Dejando a un lado el fondo del asunto y más allá del mero baile de nombres, la nueva crisis -que en realidad es la misma- en la que se halla inmersa en el PSE alavés no deja de ser la prueba de que la socialdemocracia -territorial, pero por elevación la estatal hasta la europea- lleva demasiado tiempo equivocando el tiro y disparándose en el pie.
- Multimedia
- Servicios
- Participación