mantener la unidad en la defensa del statu quo y del principio del siempre ha sido así -y más desde las mieles del poder- resulta relativamente sencillo porque no hay que crear nada. Pero imaginar una alternativa -hacerla viable sería ya para nota- es harina de otro costal. Los artistas saben bien qué es enfrentarse a un folio en blanco porque todo está abierto a la creatividad. Ese parece ser precisamente el sino de la izquierda. Cuando se pone a pintar alternativas, cada brochazo sale de un color diferente. Las alternativas en Euskadi han conocido siglas hasta para regalar -EIA, EHAS, HASI, ESEI, ESB, LAIA-Bai, LAIA-Ez, LKI, EMK...- siguiendo la estela de aquel mítico Frente Popular de Judea de los Monty Python. Y ahora éstos de Podemos llegan con aire fresco, con ambición, teniendo claro quiénes son los romanos y han sabido pillar la ola social, regla marxista donde las haya. Ahora bien, supongo que es inevitable que a su amparo busquen cobijo otros frikis que poco tienen que ver con el esfuerzo creativo de las izquierdas alternativas, como las siglas surgida en Vitoria en torno a Ikune, Gastoria, Irabazi, Ahal Dugu o improvisadas plataformas similares, algunas incluso unipersonales. No deja de ser una mala caricatura del Frente Judaico Popular, pero en oportunista.
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