Los datos del paro correspondientes al primer mes de este año facilitados ayer por el Ministerio de Empleo y Seguridad Social vuelven a negar una tendencia sostenida en la reducción del desempleo y, por el contrario, dibujan una curva inversa a los últimos meses de 2014. Estos vaivenes evidencian la volatilidad de los nuevos empleos que se crean y su excesiva dependencia de las campañas estacionales. Así, ya se interpreten las cifras desde una óptica optimista -la que interesadamente utiliza el Gobierno de Mariano Rajoy en año electoral- o desde un prisma negativo -como hacen la oposición y las fuerzas sindicales-, lo que se antoja evidente es que las cifras del desempleo, tanto cuando gozan del impulso de la estacionalidad como cuando la sufren, no responden a una verdadera política de creación racional y sostenida de empleo. Más bien, las cifras -si bien dopadas por las campañas gubernamentales- se limitan a reflejar la inestabilidad que está caracterizando al mercado laboral en el Estado español. No es, por tanto, un simple dato coyuntural la diferencia entre los 77.980 nuevos parados del mes de enero y los 199.902 afiliados que ha perdido la Seguridad Social en este mismo mes. Ni es casualidad la alta permanencia en el desempleo, ya que más de uno de cada dos parados lo es de larga duración y no recibe prestación alguna, pese a lo cual únicamente 24.500 han solicitado la nueva ayuda en los primeros 15 días. Ni tampoco el casi imperceptible descenso interanual del paro que cuestiona ciertas previsiones respecto a la capacidad de creación de empleo a medio plazo, precisamente por su limitación en un año en el que las cifras oficiales han situado el crecimiento de la economía en el 1,4%. Estos mismos datos podrían servir para cuestionar la dramática realidad y ver la botella del empleo medio llena si el porcentaje del paro en el Estado no estuviera por encima del 24% y su lectura pormenorizada no llevara a la misma conclusión que hizo pública recientemente la Organización Internacional del Trabajo (OIT), al situar el desempleo todavía por encima del 21% al final de la presente década. Así como también cabe relacionar el dato de la leve disminución interanual número de parados registrados con la pérdida de derechos de la gran mayoría de los desempleados de larga duración.