Así nos vemos gobernados por incompetentes que, pese a sus malas acciones y sin reconocer sus limites, se atan con tres vueltas de cuerda y grilletes a la silla que ocupan y van medrando en el escalafón de la política dando codazos.

El dilema del principio de Peter lo encontramos en los fanáticos, estómagos agradecidos y satélites que sobreviven en las órbitas de las siglas políticas.