Los encuentros deportivos disputados por las selecciones de fútbol vasca y catalana el pasado fin de semana, marcados por la reivindicación de su reconocimiento internacional, han traído consigo otros dos encuentros en el ámbito político como la reunión mantenida por el lehendakari Iñigo Urkullu y el president Artur Mas o el que celebraron ayer los líderes de PNV y CDC, Andoni Ortuzar y Josep Rull, que han dado pie a todo tipo de análisis y comentarios. No es de extrañar, pues no es frecuente la celebración de este tipo de encuentros entre altos representantes vascos y catalanes y tampoco es habitual atender declaraciones en las que se abre la puerta al impulso de iniciativas políticas conjuntas tanto en el Estado español como en el marco de la Unión Europea para denunciar la crisis de encaje institucional que atraviesan, cada cual a su manera, las comunidades de Euskadi y Catalunya y reivindicar una respuesta acordada a las mismas. La afirmación expresada de forma reiterada por la mayoría de los portavoces del PP de que España es el Estado europeo donde mayor impulso se ha dado a la descentralización y al desarrollo del autogobierno no resta un solo argumento a quienes denuncian que el Gobierno de Mariano Rajoy se ha caracterizado por impulsar una recentralización sin precedentes, ni a quienes reclaman el cumplimiento de los acuerdos políticos e institucionales alcanzados hace más de 30 años y recogidos en textos legales, ni a quienes exigen su revisión, actualización o ampliación a través de un diálogo basado en la voluntad de llegar a acuerdos. El desprecio con que el PP ha rechazado estos últimos años los acuerdos y peticiones planteados por las instituciones de Euskadi y Catalunya, cada cual a su manera, ayuda a entender la decepción que una parte importante de sus representantes institucionales y políticos manifiesta y justifica la adopción de iniciativas conjuntas que busquen la satisfacción de las demandas de mayor autogobierno que se perciben en Euskadi o Catalunya. Rajoy y el fútbol han conseguido acercar a quienes durante muchos años han seguido caminos diferentes y han brindado a la sociedad vasca, representada en las calles, en los estadios o en las instituciones la oportunidad de mostrar su aprecio y respeto a los anhelos de la sociedad catalana.
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