Digamos que lo lógico es que haya unas normas inspiradas por el sentido común y más o menos consensuadas ante las que todos seamos iguales, por aquello de mantener cierto orden y cierta justicia, por imperfectos que estos sean. Luego viene la dura realidad. El CGPJ ha decidido sacar a concurso en marzo la plaza que ocupa el juez Pablo Ruz en el Juzgado de Instrucción número cinco de la Audiencia Nacional en comisión de servicios. Importante en todo este fregao no perder de vista que el CGPJ es un órgano de cuotas de partidos y que el juez Ruz instruye, entre otros, los casos Gürtel y Bárcenas. Todo parece perfectamente ajustado a la ley e incluso a la lógica. Pero las normas, o su aprovechamiento, pueden llevarnos a situaciones kafkianas. Porque la plaza que sale a concurso, ojo, no es la del titular del juzgado, en servicios especiales, sino la vacante en comisión de servicios que ocupa Ruz. Porque, aunque Ruz pida seguir, lo hará ya en calidad de juez de apoyo y la ley prevé, en principio, que sea su sustituto quien se haga cargo de las causas en investigación. Porque, de ser así, su sustituto se tendría que empollar para seguir la instrucción de solo los dos casos mencionados varios cientos de miles de folios. As time goes by, que decía la canción, mientras llegan y pasan las citas electorales.
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