Tiriríííííí. Se hace saber, por orden de nuestro nunca bien ponderado Ayuntamiento, que la fiebre de sembrar de hoteles la ciudad ha mutado. Tiriríííííí. Ciudadanos, deben saber, como pregonero de ustedes que soy, que nuestros esforzados ediles buscaban ofrecer un servicio a los miles de visitantes dispuestos a descubrir los secretos mejor guardados de esta ciudad nuestra, tan verde y gastronómicamente capital. Pero, ¡quia!, no hubo hoteles. ¿Qué fue de ellos? Este Ayuntamiento, amados ciudadanos, se enorgullece de añadir una pregunta más a sus dudas existenciales. No hay de qué. Tiriríííííí. Hoy, la mayoría de nuestro impar equipo de próceres quiere comunicar esta mutación, y lo va a hacer. No más hoteles. Vivan los supermercados. Griten con su pregonero: ¡No más habitaciones! ¡Sí a las estanterías de productos! Tiriríííííí. Se hace saber también que pronto nuestros glorioso Consistorio ideará una campaña para potenciar el comercio local, porque no olvida la atención que requieren los tenderos de Arriaga y Lakua, sus pescaderías, carnicerías o panaderías. Tiriríííííí. Cuando llegue el momento, nuestros amados representantes pondrán en marcha un plan director en defensa de los esforzados y pequeños comerciantes de esta nuestra ciudad querida. Tiriríííííí.
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