El otro día llamé a los municipales para que retiraran un vehículo aparcado en una zona reservada a discapacitados. No llegaron a tiempo a pesar de que el tipo, a quien estuve vigilando, fue en primer lugar a una sucursal bancaria, después charló en la calle y más tarde entró a un bar a tomarse un café: empleó cerca de media hora y por allí no pasó ningún agente, al menos que yo lo viera. Y sí, fui yo. ¿Pasa algo? No soporto ciertos comportamientos de los conductores de Gasteiz, y este de aparcar donde a uno le viene en gana es de los más comunes. En el caso de las zonas de estacionamiento reservadas a vehículos con tarjeta de discapacitados, soy especialmente beligerante, por una cuestión de amistad con una familia que sufre este tipo de comportamiento en muchas ocasiones. No paso una, así que piénsenlo antes de ocupar con su coche una zona reservada: llamaré a los munipas. Sumo a esta advertencia a todos aquellos que siguen pensando que cualquier rotonda es el lugar perfecto donde dejar el coche para comprar el pan o ir a sacar dinero del cajero automático. No lo he visto hacer en ninguna otra ciudad, lo cual me lleva a pensar que en Gasteiz muchos conductores -siento generalizar- son maleducados, ignorantes y egoístas.
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