madrid será escenario a partir de hoy y durante tres días de dos seminarios distintos -y distantes- de reflexión y debate sobre un mismo tema, el fin de ETA. Ambas iniciativas guardan algunas similitudes formales pero mantienen un abismo diferenciador en cuanto a espíritu, concepción y objetivos. Se trata de una dispersión de esfuerzos que es necesario lamentar por lo que significa no ya de planteamientos con perspectivas, puntos de vista o propuestas diferentes sobre un mismo asunto -algo lógico, sano y necesario en una sociedad democrática plural- sino de confrontación radical de proyectos básicos que deberían formar parte de un consenso firme como columna vertebral de la convivencia en nuestro país. Se trata de sendas jornadas que se celebrarán entre hoy y el miércoles en la capital española bajo el auspicio universitario -una, la Complutense; otra, la Camilo José Cela-, con patrocinio público -una, del Gobierno Vasco; la otra, del Gobierno español- y que comparten tanto el inicio como el final de su propio enunciado: El fin de ETA y Temas pendientes. A partir de ahí, las diferencias son abismales. La razón de esta duplicidad no es otra que la evidente y buscada contraprogramación llevada a cabo por el Colectivo de Víctimas del Terrorismo del País Vasco (Covite), que de forma premeditada, medida y hasta provocadora ha puesto todo su potencial mediático al servicio del intento de boicotear la iniciativa que llevaba tiempo configurando la Secretaría de Paz y Convivencia del Gobierno Vasco con la intención, precisamente, de amortiguar su eco y de que se visualice su discrepancia de raíz con los planteamientos en esta materia del Ejecutivo de Iñigo Urkullu. Con todo, es de esperar que estas jornadas no sólo sirvan para poner en evidencia la división que sobre el fin de ETA y la convivencia existe entre algunos agentes en Euskadi -muchísimo más matizada entre la ciudadanía, como demuestran los últimos estudios sociológicos- sino que sirvan para poner el altavoz en la necesidad de cerrar de forma definitiva la etapa de violencia en Euskadi y de poner las bases para la convivencia. La propia celebración de estos seminarios paralelos es signo de que es necesario tanto acelerar el fin de ETA como de tender puentes entre todas las sensibilidades.