Además, el Deportivo Alavés recibe subvenciones de la Diputación alavesa y del Ayuntamiento de Vitoria, lo que también le reporta, más o menos, unos 2 millones de euros.
Como se puede apreciar, el dinero va a fluir en las arcas del Alavés y los trabajadores estarán contentos porque su puesto de trabajo no corre peligro. El dinero en el futuro no va a ser problema porque se está gestionando bien y con criterio. En fin, días de rosas en el Glorioso.
Pero a un socio y accionista del Deportivo Alavés le produce pena que ante tal maremágnun de cifras, la sección de fútbol sala del Aurrera -club convenido del Alavés- vaya a cerrar su actividad por un problema económico. Que el Aurrera haya logrado el ascenso de Tercera a Segunda B, una categoría que necesita 23.500 euros para poder competir, y los jugadores no cobran un solo euro. Que el equipo de preferente de fútbol sala también haya logrado el ascenso a Liga Vasca, donde se necesitan 8.500 euros, además de los 1.500 euros que cuesta el equipo juvenil. Siempre teniendo en cuenta que cada jugador debe pagar una cuota para jugar. Son 33.500 euros en su totalidad.
Después de las cifras que he mencionado, da pena que el Alavés de Josean Querejeta decida suprimir el fútbol sala del Aurrera, ya que le exige que no destine ningún euro que recibe del club albiazul a esta sección, que reúne a 45 jugadores y 9 técnicos. No se puede dejar a todos estos chavales tirados, al igual que a sus técnicos, que hacen que la juventud pueda ser mejor y que fomenten unos valores de los que tenemos que estar orgullosos.