Las ayudas del Gobierno Vasco para la financiación de proyectos locales para la promoción del empleo están ya a disposición de los 51 municipios que presentaron solicitud razonada dentro de la vigente convocatoria. La noticia es positiva en el sentido de que el paro es, por méritos propios, el problema fundamental para los ciudadanos vascos y uno de los compromisos centrales de la acción del Gobierno de Iñigo Urkullu. Materializar ese compromiso era, por tanto, una cuestión de credibilidad. Ha sido así, aunque haya estado rodeado de una oportuna campaña política con el correspondiente eco mediático que ha llegado a poner en duda la fiabilidad de la situación financiera del Ejecutivo vasco. En los últimos días, liderados por voces relevantes del PSE, hemos asistido a episodios desafortunados de cuestionamiento de ese compromiso con la potenciación del empleo. El anuncio de la disponibilidad de la partida de 16 millones de euros, cuyo objetivo es financiar la creación de unos 2.500 empleos de carácter temporal liderados por 51 consistorios de los tres territorios debería poner fin a las especulaciones. En la práctica, el procedimiento de implementación ha cumplido escrupulosamente los procedimientos de aprobación de los 1.149 proyectos acogidos a la convocatoria de octubre de 2013. Entre los mismos, el período de evaluación de seis meses que ahora se cumple y que figuraba en el conocimiento de todos aquellos que optaron a las ayudas. También de quienes, pasando por alto la existencia de ese período de preceptiva evaluación administrativa, pretendían construir un discurso político de intencionalidad sospechosamente coincidente con la precampaña de las elecciones europeas. Conseguido el ruido, los números del desempleo en Euskadi, y sobre todo las personas detrás de cada uno de esos dígitos, deben seguir siendo una prioridad para cualquier representante público. Las iniciativas municipales vigentes y las que de toda índole puedan llegar en el futuro cumplen una función necesaria con un criterio insertador y paliativo, pero no cabe perder de vista que la verdadera batalla por el empleo se da en un ámbito diferente, que tiene que ver con la capacidad de ser competitivos en términos de productividad e innovadores como país. Ahí también se agradecerían propuestas de la oposición.