el episodio vivido por Esperanza Aguirre con la Policía Municipal de Madrid es sintomático de hasta qué punto algunos viven por encima de la ley, endiosados y de facto pertenecientes a una casta superior a la de la mayoría de los mortales. "Si hay que pagar una multa, pues ya la pagaré", le oí comentar ayer con absoluta displicencia en uno de esos programas de la tele repletos de tertulianos lameculos, más preocupados de ascender en la escala social que de cumplir con el apasionante oficio - y por supuesto ingrato y al que no le guste que se dedique a otra cosa- de criticar todo lo criticable y más. Qué ocurrente, la lideresa. "Si alguien ha defendido a la policía he sido yo", seguía argumentando con la misma sincera falta de escrúpulos que le llevó a decir: "Yo también tengo problemas para llegar a fin de mes" cuando gobernaba la Comunidad de Madrid. La ahora presidenta del PP madrileño, funcionaria de Turismo y cazatalentos de Seeliger y Conde se defiende con que sólo tiró una moto de la policía cuando se daba a la fuga para que no la molestasen. Es la misma que exige que los organizadores de manifestaciones paguen de su bolsillo lo que se rompa, menos las motos, supongo. Menos mal que Ana Botella, la meritoria alcaldesa, me tranquilizó con un: "La ley es igual para todos". ¡Ja!
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