la imposibilidad práctica de poner en marcha en Euskadi -con garantías suficientes para centros, profesores y alumnos- la nueva Formación Profesional Básica constata la falta de reflexión y la improvisación con que se ha confeccionado y se trata de imponer la Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (Lomce). La implantación de la ley Wert en el caso de la FP supondrá precisamente todo lo contrario a su enunciado. No se trata ya de la invasión competencial. Ni tampoco de la convicción de que tras la reforma educativa que ha impulsado el ministro José Ignacio Wert se esconda el despropósito de un impulso ideológico y afán uniformador para españolizar las peculiaridades educativas y culturales en el Estado, aun cuando estas hayan supuesto el desarrollo de una educación de mayor nivel, como en Euskadi. Ni siquiera es sólo que, además, el ministro pretenda ocultar tras las estadísticas los elevados niveles de fracaso escolar que soporta la educación obligatoria española mediante su traslado a la FP Básica. De esta manera, las maniobras de la Lomce supeditan la calidad de la enseñanza a la pretensión de reducir el número de alumnos en el Estado que no finalizan la ESO. Y en el caso vasco, esta subordinación acarrea una grave afección a una Formación Profesional que en Euskadi -y particularmente en Gasteiz, donde se radican varios centros históricamente punteros entre Jesús Obrero, Diocesanas o Mendizabala, además de los ciclos de otros institutos y colegios- cuenta con un gran prestigio y un contrastado éxito. Por no hablar de la distorsión que supone para el reconocido nivel de la FP la posibilidad de abrir el acceso a su grado medio a alumnos sin la capacitación que ofrece el hecho de haber superado la ESO. Y es que los legisladores de la Lomce ni siquiera se han preocupado por las peculiaridades de la FP vasca, que abarca especializaciones diferentes, adaptadas a un mercado laboral específico marcado por su cultura industrial, diferente al resto del Estado. De ahí que los Programas de Cualificación Profesional incluyan 26 títulos, mientras la nueva FP Básica plantea únicamente 14. En definitiva, la Lomce supone una amenaza ante la que el sistema educativo vasco -y particularmente la FP- tendrá que blindarse.
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