bien es sabido que, aunque esta misma tarde cumplamos ya un mes desde que se iniciara la temporada según el calendario meteorológico oficial, el invierno no llega de verdad a Siberia-Gasteiz hasta que amenazan las primeras nieves y las fotografías de estampas blancas empiezan a asomar a nuestras portadas, como la de hoy en Agurain con esos dos valientes txikis sorteando el temporal en sendos cochecitos encapuchados. Fue la de ayer una nevada en realidad tímida, casi como un aviso, pero bastó para generar expectación, iniciar el ritual de desempolvar abrigos y gorros y -cómo no- para encender las primeras quejas. Porque si Vitoria no es tal sin nieve, tampoco sin los consabidos lamentos. Ya se escuchan en la ciudad las voces que se quejan porque empieza a hacer un frío del copetín -curiosamente, los mismos agonías que hace apenas seis meses protestaban porque hacía demasiado calor-, porque cierran puertos de montaña por los que nunca suelen pasar, porque hay que andar con cuidado por las carreteras, porque uno se puede patinar por las aceras o porque hay que ver cuánto se gasta en calefacción. Y todo eso, sin contar con que aún están por llegar a Gasteiz las consabidas polémicas sobre la falta de previsión ante las nevadas, que esa es otra. Y al mismo tiempo, otros disfrutan de un café caliente mirando al ventanal, saborean un paréntesis blanco en su vida o simplemente prefieren creer que, como dijera Emile Auguste Chartier, "sólo hay una forma de resistir el frío, estando contento de que haga frío".
- Multimedia
- Servicios
- Participación