se acaba 2013 y se acerca 2014. El año de la recuperación, vaticinan algunos. ¿Por qué? se cuestiona la mayoría. No sé si los números mejorarán, si el paro bajará, si recuperaremos alguno de los muchos derechos fundamentales perdidos en estos dos malditos años del gobierno pepero. Lo que sí está claro es que nos llega un ejercicio complicado en casi todos los frentes. Pero hoy no me apetece demasiado hablar de economía, seguro que tiempo habrá. Prefiero centrarme en nuestros dos equipos principales, esos cuyo único objetivo social es alegrarnos la semana y elevar nuestro ánimo. Para algo se les dará dinero público, digo yo. Y no están cumpliendo con su cometido, ni el Baskonia ni menos aún el Alavés. El equipo de baloncesto deambula bastante perdido y aparentemente conforme con el hecho de haber clasificado entre los dieciséis mejores de Europa. Poco es y prueba de ello es la progresiva ¿e inexorable? bajada de presencia de aficionados, tensión y pasión en el Buesa Arena. Estos gladiadores son blandos, débiles, carentes de la mordiente y calidad prometidas en verano cuando tocaba cobrar al ahora decepcionado público baskonista. En el fútbol no andan mucho más sobrados, últimos en la clasificación, con el entrenador ya cambiado y la sensación de que alguien se ha equivocado de medio a medio a la hora de conformar una plantilla suficiente para sobrevivir en Segunda División. Y yo era de los que pensaba que iban a pelear el ascenso, lo reconozco. Pero no, parece que no van por ahí los tiros.