HE llegado a la conclusión de que nuestros prebostes cuentan como les da la gana; me refiero a los números, no a las cosas que pasan; no merece la pena detenerse en este segundo aspecto: los gobernantes acostumbran a decorar la realidad a su antojo, que es el antojo del partido al que pertenecen: la verdad no aparece por ningún lado. A lo que iba: cuentan con el culo. ¿No se sorprenden cuando un prócer cualquiera o un organizador de eventos asegura, y así lo refleja la prensa, que tal acontecimiento ha tenido tantas decenas de miles de usos? (Lo que quieren decir con esta mema expresión es la cantidad de personas que ha acudido a dicho evento). Siempre parecen demasiados esos usos. Y lo son. Ocurre que usted puede protagonizar decenas de ellos, tantos como veces haya entrado en la carpa de Ardoaraba, por poner un ejemplo vinícola. Además de esta manifiesta idiotez de los usos que nada aportan, he sabido recientemente de otra singular manera de contar. Tiene que ver, qué cosas, con la nueva capitalidad vitoriana, la de la gastronomía de la España toda. Dicen los próceres de Burgos que su reciente capitalidad -ya saben, un éxito sin precedentes del que nadie se había enterado hasta ayer- supone una repercusión económica en la ciudad estimada en nueve millones de euros, cifra que sale de valorar en tarifas de publicidad las veces que Burgos ha sido mencionada en periódicos, revistas y televisiones nacionales e internacionales. ¿Les parece seria esta manera de contar? ¿Se puede ser más necio?