DICEN algunos de los próceres que enturbian nuestras vidas que ya hemos tocado fondo. No me había dado cuenta. ¿Ustedes? ¿Están en el mismo fondo que yo o el suyo es un fondo diferente? En mi fondo, si es que ya he llegado a él, vivo maniatado por la rabia. Es un fondo oscuro. Insisto, no estoy tan seguro de que sea el fondo de verdad, el fondo definitivo, el fondo que no permite más fondo más allá de su fondo: lo comprobaremos en los próximos meses, que de doce en doce forman años y apilados los años, vidas. De ser verdad que el fondo en el que estamos es el fondo final, nadie añade cuánto tiempo vamos a estar fondeados en él. Allá, en la superficie, dicen que algo se ilumina, pero desde el fondo no acaba de verse esa luz: sus destellos no llegan hasta donde estamos, ya que estamos en el fondo del fondo, muy al fondo. Por eso el pacto firmado el lunes entre PNV y PSE no creo que alumbre en mucho la oscuridad que nos rodea y atrapa, sino más bien aclarará el futuro de ambas formaciones: un interruptor que al pulsarlo pretende cegarnos de esperanza cuando ya estamos ciegos de ira y desesperación, hundidos cada uno en su fondo, desfondados todos. Y por eso también la función político-fiscal que nuestro diputado general montó en la superficie, en paralelo a la firma de ese pacto empaquetado, resulta tan patética: desde nuestros agujeros oímos lo que dicen, y lo que recetan unos y otros sólo son tiritas, y con tiritas nunca saldremos del fondo que dicen que ya hemos tocado.