se puede compartir o no, pero se entiende la exigencia que los socialistas vascos le plantean a la izquierda abertzale para que acepte en todos sus términos el llamado suelo ético que sentó las bases para la constitución de la Ponencia de Paz y Convivencia del Parlamento de Vitoria, un foro importante para construir un marco político de convivencia en el que se pueda mirar la sociedad. No carece de lógica que se le reclame a Bildu la rúbrica de un principio tan elemental como que la memoria sea instrumento de deslegitimación ética y social del uso de la violencia, como reza el punto vetado por el grupo que lidera Laura Mintegi. Y se puede compartir o no, pero se entiende que los socialistas no muestren demasiado entusiasmo en una Ponencia en la que se ausente el PP, que representa -a la vez que PNV, PSE y Bildu- una de las cuatro patas fundamentales en la mesa de un nuevo tiempo político vasco. Lo que no se entiende tanto -porque las reservas de Bildu y la ausencia del PP se han mantenido invariables, ahora y hace seis meses- es que los socialistas se mostraran el pasado mes de mayo dispuestos a implicarse en la puesta en marcha de la Ponencia de Paz después de mucho encaje de bolillos, dos meses después les entraran las dudas y solicitaran tiempo muerto, anteayer su secretario general, Patxi López, diera un portazo -escudándose otra vez en la actitud de la izquierda abertzale- y ayer mismo su portavoz José Antonio Pastor volviera a rizar el rizo aclarando que únicamente piden un nuevo aplazamiento. El PSE, en definitiva, está siendo preso de sus propias contradicciones y, lo que es peor, de sus posicionamientos tácticos. Un inmovilista PP vasco -con la parálisis que le provoca además su otra alma y el fantasma agazapado de Jaime Mayor Oreja- y una UPyD abrazada a la bandera de la demagogia como su modus vivendi están muy cómodos fuera de la Ponencia y ejercen así una fuerte presión sobre el PSE, siempre temeroso de perder fuste por el flanco del esencialismo constitucionalista. Y todavía más cuando la foto de los socialistas de la mano del PNV y Bildu en el proceso de paz en Euskadi puede empañar inoportunamente la proyección de Patxi López, cuyo futuro político y personal pasa por la corte mediática de Madrid.