entre las innumerables citas que dejó para la posteridad Honoré de Balzac se incluye la siguiente: "Los gobiernos pasan, las sociedades mueren, la Policía es eterna". Quizás condicionados por esa suerte de inmutabilidad que le otorgó el autor de la Comedia humana, desde que el Departamento de Seguridad explicó su decisión de diseñar un Plan Estratégico para transformar el modelo de la Ertzaintza, han sido varias las voces que han dudado de la posibilidad misma de cambiar la institución policial, excepto en aspectos puramente cosméticos. Incluso se duda del propio concepto de modelo, palabra a la que se achaca un carácter meramente simbólico.

En los últimos años, sin embargo, la Policía ha demostrado una gran capacidad de cambio. Tras la crisis del modelo estándar que asume que la única forma de prevenir y controlar la delincuencia es poniendo a los malos entre rejas, se han ido desarrollando sucesivamente otros enfoques o modelos complementarios. Así se habla de modelo de Policía comunitaria, de modelo de Policía orientada a la solución de problemas, de Policía de calidad de vida, de tolerancia cero, de mantenimiento del orden, de puntos calientes, de victimización repetida, Policía orientada por la inteligencia, Policía de aseguramiento, Policía de barrio o Policía de proximidad. Cada uno de estos enfoques añade algún nuevo elemento al modelo estándar basado en el patrullaje aleatorio y la respuesta rápida, complementado con la investigación de los delitos denunciados, que constituyen la base del trabajo policial actual pero que debe ser enriquecido por las nuevas perspectivas.

Es posible distinguir entre estos enfoques o modelos porque incluyen estructuras centrales de pensamientos e ideas sobre la forma de llevar a la práctica el trabajo policial con las mismas asunciones subyacentes, lo que les otorga una coherencia interna. A esos grupos o estructuras de referencia se puede denominar modelos policiales. Los elementos centrales que componen estas estructuras son la mayor o menor capacidad discrecional de las y los agentes para su actuación diaria; la aplicación de la ley como un medio para alcanzar otros logros más importantes o como un fin en sí mismo; la responsabilidad y rendición de cuentas ante todo tipo de instituciones o la limitación de instancias; la mayor cercanía y accesibilidad en las relaciones con la ciudadanía o la mayor distancia y formalismo; la orientación más humanista o más técnico-legal de su formación; la legitimidad asociada al carácter de servicio público esencial o la asociada al mero precepto legal; el abordamiento de la prevención basado en las búsqueda de soluciones o en la mera disuasión mediante la aplicación de la ley, y la tendencia a actuar de forma preventiva o de forma reactiva frente a los problemas delictivos. Estos elementos son los que distinguen a un modelo policial de otro y no la distribución sobre el territorio o la organización interna.

En lo que respecta a la Ertzaintza, las intenciones del Departamento de Seguridad respecto a su transformación dejan poco lugar a las dudas. Se aborda un cambio profundo de la mayoría de los elementos citados por lo que estaríamos ante un auténtico cambio de modelo.

Ahora bien, una transformación como la que aborda la Ertzaintza constituye un cambio cultural de primer orden, por lo que no podemos esperar cambios extraordinarios en el corto plazo. Se trata de un proceso que requiere enormes esfuerzos y acciones estables en el tiempo ya que afectan a la práctica totalidad de la institución policial.

Por otro lado, una transformación de esta naturaleza no está exenta de riesgos. La activación de viejas formas de violencia o nuevas prácticas delictivas podrían cuestionar algunos de estos esfuerzos y propiciar resistencias a cualquier intento modernizador. La propia situación económica constituye otra amenaza innegable. Sin embargo, también hay factores que invitan al optimismo. El más importante lo constituyen los deseos de mejora de la mayoría de los hombres y mujeres que forman la Ertzaintza que desean recuperar su papel de servicio público comprometido con la sociedad en la promoción de la paz y la convivencia, la seguridad y el bienestar de las personas.

Además, parece percibirse un acuerdo generalizado en el colectivo de la Ertzaintza con el modelo propuesto. En este acuerdo básico se pueden incluir también las propuestas conocidas de los dos sindicatos más representativos de la Ertzaintza, que contienen más coincidencias que diferencias respecto al modelo propuesto por el Departamento de Seguridad.

La recuperación de la cercanía en las relaciones con la ciudadanía, el énfasis en la función asistencial y de servicio público y el papel primordial de la prevención son ideas transversales a las tres propuestas y que constituyen los pilares sobre los que debe construirse la nueva realidad de la Ertzaintza.