CUANDO faltan poco más de dos meses para que se cumpla el segundo aniversario de la declaración en la que ETA decretó el fin definitivo de su actividad armada, el balance de la situación en Euskadi es el de un sentimiento ambivalente. Por una parte, la ausencia de violencia -tanto la de alta intensidad con asesinatos, amenazas y extorsiones como la de la kale borroka- ha dado paso a una sensación generalizada de alivio y tranquilidad en la sociedad vasca como no se había vivido en la historia reciente. Ese es el aspecto más positivo, el esencial, el de respeto al derecho a la vida y a la libertad de las personas. Por otro lado, sin embargo, nada se ha movido desde aquel 20 de octubre de 2011. El Gobierno español, atenazado por sus propios problemas y centrado en la crisis económica y también fuertemente marcado por la extrema derecha política y mediática, no ha dado un solo paso para favorecer el proceso que derive en el desarme de ETA, primero, y en su disolución después. Y no tiene visos de hacerlo ni a corto ni a medio plazo, ni siquiera en abordar una política penitenciaria más humanitaria e inteligente. Tampoco la organización armada ha avanzado más en este tiempo. Estamos, por tanto, en un momento si no delicado sí al menos preocupante. De ahí que se eleven cada vez más las voces que exigen pasos hacia adelante, incluso dentro de la izquierda abertzale. Ayer fue la portavoz parlamentaria Laura Mintegi quien lanzó varios mensajes. Por una parte, aseguró que ETA "jamás" volverá a actuar "pase lo que pase" con el proceso. Por otra, se mostró convencida de que la organización armada disolverá sus estructuras militares, porque "el objetivo no es mantener unas armas que ya se sabe que no se van a utilizar nunca". Una buena noticia que, sin embargo, debiera transmitir de forma clara la propia organización armada y no alguien que fue candidata a lehendakari ahora transformada en portavoz oficiosa de las intenciones de ETA. Más claro es el mensaje del líder de Aralar, Patxi Zabaleta, quien en la entrevista que hoy publica DNA conmina a ETA a destruir, anular o entregar las armas en una "decisión política unilateral". En efecto, sería el gran paso que, al margen de lo que haga el Gobierno del PP, puede hacer avanzar definitivamente el proceso e incluso implicar a más agentes en el mismo.