HOMBRE, reconozcámosle algo a la no-estrategia del PP en todo este lío de los papeles de Bárcenas: han conseguido normalizar que un tipo tenga millones de euros de dudoso origen y tributación cero en Suiza y que la plana mayor de un partido, al parecer, se haya repartido sobresueldos de origen cuando menos igual de dudoso durante décadas. Ya nada parece sorprendernos. No sé en qué acabará todo esto, no hago apuestas por si acaso, pero tengo la impresión de que esta no-estrategia -en la que Mariano Rajoy es maestro- de dejar que las cosas se cuezan en su propio jugo, chup chup chup, es eficaz. Al principio, confieso que esperaba la clásica táctica cabeza de turco, algún subalterno de cierto rango se come el marronazo y a otra cosa mariposa. Visto lo visto, con lo fácil que habría sido hacer rodar alguna testa ministerial a modo de eficaz martir cortafuegos, esto se acabará disolviendo como azucarillo en café hirviendo salvo que Luis Bárcenas tenga pruebas por tierra, mar y aire e intención de quemarse a lo bonzo -sus ya exabogados parecen no descartar esta última hipótesis-. Me inquietan, admito, dos cosas. Si los papeles son fetén ¿a qué santo se encomendaba Rajoy para que Bárcenas no los aireara? Y, quizá como respuesta, la afirmación de De Cospedal: "Las mentiras no se documentan". No sé si se refiere al "todo es mentira salvo alguna cosa" o a que los pufos B no se consignan y, por tanto, no hay pruebas que puedan sustentar una acusación ante un tribunal. Y todo esto adobado con la tonta impresión de que detrás del caso Bárcenas se está manejando algo mayor. Continuará (me temo).
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