siempre me han parecido un tanto crueles esos recopilatorios con respuestas disparatadas que -con la mejor fe- suelen dar los alumnos en los exámenes de la ESO o Bachiller, por ejemplo definir un fósil como "un señor muy antiguo" o "un arma de dos cañones". Muchos docentes que no tienen reparos en mofarse y difundir esas ocurrencias se dedican luego, siendo ellos mismos doctorandos o ponentes, a plagiar trabajos, como recogía ayer el reportaje de DNA titulado Los profesores también copian. Y ese vulgar corta y pega tiene bastante menos ingenio que sus alumnos, que al menos se lo curran para sacar conclusiones tan cabales como que la máxima clásica Ave Caesar se podría traducir como "las aves de César murieron por falta de salud". También esos profesores son cazadores cazados en ejercicios como el que probó un amigo que impartió un seminario de filosofía a estudiantes de Magisterio en el que, como base de su exposición, citó a un autor inventado, con su teoría y todo. Ningún asistente se percató de la impostura, pero es que además nadie preguntó por dicho autor, siquiera por curiosidad. Para plagiar una tesis doctoral sin gracia o ir a un seminario a pasar el trámite, prefiero quedarme con creativas respuestas como que "Sócrates fue condenado a muerte por los socialdemócratas; Aristóteles de tanto pensar inventó la filosofía y Platón fue discípulo de Aristóteles y estudió en los jesuitas" o, a la pregunta sobre los hechos históricos del 2 de Mayo, responder haciendo un alarde sofista: "¿De qué año?"
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