el sector vasco del transporte de mercancías por carretera contaba en 2009 con 10.138 empresas de transporte, de las que la mayor parte eran autónomos con menos de cinco vehículos. Cuatro años después, el sector ha perdido 1.400 empresas y todas las previsiones apuntan a que el ritmo de destrucción se acelerará en los próximos meses y una cuarta parte tendrá que echar el cierre antes de que acabe el año. Paralelamente, las condiciones de trabajo en el sector se han precarizado hasta límites insoportables que en muchos casos rozan situaciones de semiesclavitud, con transportistas extranjeros pero también locales trabajando para falsas cooperativas y que con 14.000 kilómetros a sus espaldas reciben a final de mes 300 miserables euros. Los intermediarios han proliferado y se están llevando entre el 30% y el 50% del trabajo sin mover un solo camión. A día de hoy son muy pocos quienes consiguen trabajar a precios dignos que cubran sus costes y garanticen el futuro de su explotación.
Frente a esta situación no podemos permanecer de brazos cruzados. Quienes verdaderamente generamos riqueza y trabajo digno y reinvertimos nuestro beneficio económico en esta tierra estamos siendo sustituidos por flotistas, intermediarios y multinacionales que se valen de la explotación de autónomos y asalariados para tirar los precios y quitarnos el trabajo. No podemos permitir que un sector fundamental para el tejido productivo vasco como el transporte de mercancías por carretera se quede definitivamente en manos de los especuladores.
Es clave tener una regulación propia del transporte de mercancías por carretera que favorezca la autoorganización del autónomo y la creación de estructuras autogestionadas. El abandono disfrazado de liberalización que ha sufrido el sector durante los últimos años ha derivado en que no haya una política de transporte propia y los gobiernos y diputaciones vascas se limitan a seguir fielmente el guión marcado por los lobbys del transporte en Europa y en Madrid, sin cuestionar que las medidas que se imponen tienen como consecuencia directa la desaparición del autónomo del sector.
En último término, el transporte sigue estando mayoritariamente en nuestras manos y también está en nuestras manos poder cambiar este estado de cosas.