hay un tipo que firma como profesor Dielany que estos días se ha dedicado a poner en los parabrisas de los coches aparcados una octavilla en la que anuncia -literalmente- que SOLUCIONA TODOS LOS PROBLEMAS EN 72 HORAS, y cuando dice todos los problemas, son todos. Problemas de pareja -sigo sic-, de salud, de trabajo, atracción de clientes, impotencia sexual, tabaco, alcohol o drogas, mal de ojo y hasta el retorno de la persona querida. Se presenta como gran vidente medium y es, evidentemente, una burda estafa, pero pesca en la mar de la desesperación, a la que esta crisis está condenando a muchas personas. Y no faltan quienes ofrecen grandes soluciones. Desde charlatantes de feria hasta trileros, pasando por -lo que viene a ser lo mismo- financieros que lo fían todo a que vuelva el orden del status quo, políticos de pomposa retórica o grandilocuentes soflamas antisistema que llevan evocando a la revolución mesiánica desde el 18 de brumario de 1799. Igual que los sindicatos -o sus liberados- que hoy se echarán a la calle con grandes pancartas llamando a la huelga, que en realidad esconden la pelea por su particular cuota sindical. Estos discursos están muy lejos del lumpenproletariado que hoy conforman parados desesperados, chavales de barrio sin futuro, autónomos que las están pasando putas, jubilados sin familia o con hijos y nietos a cargo de una pensión indigna, inmigrantes apátridas o desahuciados en todos los sentidos de la palabra. Absténgase videntes y burócratas salvadores, por favor, y vuelvan al más acá.
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