una estilográfica Montblanc con su estrella blanca de seis puntas distingue estilo y elegancia, aunque a este paso con las vulgares tecnologías vamos a banalizar hasta esto. Y una clásica Canon F-1 sigue siendo una garantía que evoca a los grandes iconos del fotoperiodismo de la segunda mitad del siglo XX. Pero ninguna de las dos herramientas garantiza, por sí mismas, que se pueda escribir una gran novela o fotografíar un gran retrato en TMAX. Algo parecido ocurre hoy con Internet. El desarrollo de la ciencia y la técnica -lo sabemos gracias a Marcuse- no garantiza necesariamente racionalidad, espíritu crítico, ni siquiera cultura. Lo que importa es el resultado inmediato, sin importar cómo llegamos a él y sin someterlo a ningún tipo de duda ni plantearse si las cosas pudieran incurrir en error o ser de otra manera. Esta misma semana ha pasado que el Canal 5 de la televisión tailandesa ha difundido una imagen de Meryl Streep para anunciar el fallecimiento de la exprimera ministra Margaret Thatcher. El lumbreras de la tele se apresuró a buscar en Internet una foto de la Thatcher y seleccionó la que le pareció más conveniente, sin reparar en que se trataba en realidad de una imagen de Meryl encarnando a la premier inglesa en la película La Dama de Hierro, cuya interpretación le valió a la actriz su tercer Oscar. Algo que demuestra que hemos llegado a un punto en el que se puede trabajar en una televisión sin identificar a Margaret Thatcher y, lo que es peor, sin reconocer a Meryl Streep.
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