El destino es caprichoso. Si hablamos de política, además de caprichoso adquiere tintes cabroncetes. Presentaba ayer el lehendakari el proyecto de Presupuestos para este año, "los más duros de los últimos 30 años". Un gasto previsto de 9.316 millones de euros, en torno a un 10% menos que en 2012, "ni más ni menos", "hubiera gobernado quien hubiera gobernado". Once votos le hacen falta al PNV para asegurarse la aprobación del proyecto, once votos o, al menos, once abstenciones. Y la fórmula que parece barajar el Gobierno Vasco incluye al PSE. Y es curioso, lo del destino en la política. Euskadi, en el mejor de los casos, no contará con unos Presupuestos aprobados este año hasta mayo más o menos, cinco meses de retraso arrastrados por la decisión de Patxi López de intentar agotar su legislatura pese a la ruptura con el PP que la abocó al fin. López, ya entonces, sabía que estos Presupuestos serían famélicos, aunque cuando anunció las elecciones aseguró que éste no era el motivo de su decisión de no exprimir la legislatura hasta marzo. Ese caprichoso destino hace también que el PNV, efectivamente, tenga habas contadas con las que presupuestar, en parte también por su oposición durante los últimos años -que ahora parece reconducir- a retocar la política fiscal e intentar, por esa vía, incrementar los ingresos. Y ahora, unos de vuelta al Gobierno y otros de vuelta a la oposición, toca lidiar con la veleidosa fortuna, unas veces arriba y otras abajo. Y ésta es solo la parte trivial de la política, la de verdad es la de la ciudadanía afectada por esos Presupuestos.