Esto de la Green Capital resulta simpático hasta que hay que tomárselo en serio, porque entonces ya no tiene tanta gracia. La movilidad sostenible es uno de los principales argumentos de Vitoria ante Bruselas, pero cuando alguien cae en la cuenta de que eso supone, a efectos prácticos, poner barreras al coche y apostar por la bici, empiezan las pegas. Ahora resulta que a Maroto le estorban las bicis en el centro porque molestan a sus paseantes votantes. ¿Y qué fue de la Green?