el informe que acaba de presentar la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) dibuja un futuro a corto y medio plazo de absoluta crudeza en lo económico, con una continua caída del PIN en los próximos dos años y casi apocalíptico en lo social, con incrementos del paro continuados hasta sobrepasar los seis millones de desempleados en ese mismo período. Las previsiones de este demoledor informe echa por tierra todos y cada uno de los parámetros que el Gobierno de Mariano Rajoy pretende dibujar en un horizonte de moderado optimismo para justificar más recortes y ajustes. Pero, más grave aún, la OCDE confirma que la causa de esos recortes y de esta recesión mantenida -la obcecación del Gobierno en la reducción del déficit- no servirá de nada, ya que calcula a pesar de los esfuerzos, lejos de cumplir el objetivo, el desfase aún se duplicará, con un 5,9% frente al 3% al que se ha comprometido el Ejecutivo para el final de 2014. En otras palabras, la traslación del déficit estructural a la capacidad adquisitiva y la calidad de vida del ciudadano, tras haber tratado de paliar la crisis de deuda con nuevo endeudamiento, se traduce en una sangría de destrucción de empleo, drásticas reducciones salariales y merma del tejido productivo por la creciente incapacidad pública y privada para la inversión. El sector público, por estar entrampado por los recortes presupuestarios en pos de una siempre inalcanzable reducción del déficit. Y las empresas, por la total ausencia de apoyo financiero, a pesar del esfuerzo realizado en el saneamiento del sector bancario. Pero es que los cerébros de la OCDE tampoco ofrecen una receta alternativa para provocar la reactivación de la economía productiva más allá de la retahíla de un abaratamiento aún mayor del despido -con el efecto inmediato del aumento del paro- y una subida aún mayor del IVA, con el consiguiente restricción del consumo. Todo ello afecta cada vez más y es cada vez más nítido también en Euskadi, donde desde que comenzó la crisis han cerrado casi medio millar de empresas de más de 20 empleados y la actividad industrial ha caído un 8% un año después de que el Gobierno de Patxi López dibujara también un falso horizonte de salida de la crisis.