cuando no existía el Photoshop era artesanal. Trucar una foto para eliminar elementos incómodos requería gran pericia y hasta cierto apego por el arte del papel químico. Han pasado a la historia visual fotografías legendarias como aquella en la que Lenin arenga a las masas proletarias frente al teatro Bolshoi de Moscú con Trotsky a su vera, aunque el estalinismo la manipuló luego para borrar al disidente. Y no era sólo trastocar la imagen, sino todo un ejercicio de relectura de la realidad para ajustarla a la doctrina y no al revés. La Gaceta -uno de los periódicos de la derecha mediática- publicó el pasado viernes una impactante foto de portada con dos exaltados legionarios saludando con furor al Santísimo Cristo de la Buena Muerte, a su paso por la procesión de Málaga, bajo el titular "Orgullosos de nuestra Semana Santa" en grandes caracteres. Buenos chicos y mejores españoles, debió pensar la parroquia. Lo que ocultó el rotativo del orden y la ley es que estos novios de la muerte escondían en realidad el espíritu de los korps hitlerianos -esos jóvenes que en los años veinte le hacían el trabajo sucio a la aristocracia alemana-, como delataba la esvástica que uno de ellos lucía con orgullo en un tatuaje de su brazo. Pero La Gaceta borró, sin ningún rubor, el símbolo nazi en la fotografía que había distribuido la agencia Efe. Los retoques son ahora, gracias al Photoshop, técnicamente más sofisticados que las manipulaciones estalinianas, sí, pero más cutres en lo conceptual. La derecha no reinterpreta la realidad, sólo tapa sus complejos.