FENÓMENO el amigo Silvio. Lleva una temporada sembrao. Empezó hace unos días con el glorioso "estoy apenado por Gadafi" y ha tocado techo al final de la semana, por ahora. El punta de lanza del bunga-bunga es así. Cuando piensas que no podrá superarse, ahí está él para llevar el populismo y la depravación del sistema democrático a nuevas cotas de inmundicia. Pensé que después del paseo entre las tiendas de campaña de los superviventes del terremoto de Los Abruzos al grito de "es como un fin de semana de cámping" sería difícil que se superara en el ránking de estulticia. Pero no. Se crece en la adversidad, en las situaciones más dramáticas es cuando da lo mejor de sí. Ahí que se va a Lampedusa, que vive una situación humanitaria límite con la avalancha de inmigrantes que huyen, por no hablar abiertamente de guerra, generada por la oleada de levantamientos en el mundo árabe. Ya saben, "como alcalde vuestro que soy os debo una explicación y esa explicación que os debo, como alcalde vuestro que soy, os la voy a dar". Porque Silvio bebe de los clásicos. El tipo coge, monta a los inmigrantes en un avión para desperdigarlos bien por Italia (hombre, al menos ha tenido el detalle de no repatriarlos a Libia para que animen al pobre Gadafi) y para que se note que es muy campechano, anuncia que se acaba de comprar una casita muy txukuna en la isla y que, como Lampedusa mola que te cagas y Silvio más, va a presentar la candidatura de la isla a Nobel de la Paz. Lo grande es que igual se lo dan. Se lo dieron a Obama por ser elegido presidente...