LA verdad es un concepto resbaladizo. Dice la RAE que verdad es "conformidad de las cosas con el concepto que de ellas forma la mente". En su cuarta acepción -y hay siete, ahí es nada- la define como "juicio o proposición que no se puede negar racionalmente". ¿Qué es verdad? ¿Es verdad que Gadafi es un tirano? Probablemente. No tengo el gusto -y espero no tenerlo- pero un tipo que lleva 40 años gobernando, así, de primeras, no parece un paladín de la higiene democrática. ¿Y no lo era hace diez años? Igual es que entonces nadie le tosía. ¿Es verdad que a los gobiernos de Francia, Reino Unido, Estados Unidos o España les preocupa lo que está ocurriendo con la eficaz eliminación de insurgentes libios? Pues seguramente que sí, pero igual también preocupan las amenazas políticas de Gadafi contra Sarkozy, las reservas petrolíferas de un país suministrador de Europa o la proximidad de una guerra en el patio trasero de casa, por ejemplo. ¿Es verdad que hasta ahora a esos gobiernos no les importaban un pimiento los libios? No creo, pero importaban más las jugosas inversiones multimillonarias del sátrapa, que se ha dedicado a plantar su jaima por lo más granado de la política internacional. ¿Es verdad que Alemania es el líder del pacifismo europeo? ¿Es que pasan en moto de los libios masacrados? Yo diría que ni una cosa ni la otra, igual es que simplemente se acercan elecciones en un länder feudo de la CDU de Merkel, de ahí quizá también la súbita conversión al nuclear-escepticismo. En fin, que en un mundo de blanco y negro, el gris suele ser el rey.