Como antes (¿antes?) con los muertos por tabaquismo, todavía hay muchos que niegan la influencia que tienen en los aún demasiados muertos, heridos y discapacitados por accidentes por exceso de velocidad, las carreras automovilísticas que promueven tantos insensatos fitipaldi. Quizá ayude hoy a abrirles los ojos las declaraciones del corredor Alonso, criticando la nueva medida de limitar la velocidad a 110 kilómetros, basándose en el argumento -no se rían, por favor- de que, al ir tan lentos (¡!), pueden morirse por dormirse al volante.

Claro que hay medidas mejores para ahorrar combustible, como dice Alonso, que cita la de dejar en casa los coches de matrículas pares o impares, usada también en otros países, pero ¿quién es el guapo que la preferiría hoy? Por lo demás, es de ignorante o de malos políticos -y no creíamos que hasta un Cayo Lara intentara sacar tajada así- el denunciar que es una medida para multar, porque, ni aún triplicando el total de multas que hoy se imponen, podría sacarse el equivalente a lo que hoy se obtiene por los impuestos a ese 11% menos combustible que ahora no se va a gastar gracias a ese 9% de descenso en la velocidad en autopistas.