Las medidas de ahorro energético que ha proyectado el Gobierno son fuegos de artificio que provocan que los ciudadanos tengamos que taparnos los oídos. La precipitación con la que se han tomado las decisiones para optimizar los recursos derivados del petróleo nos coloca en una situación complicada.
Nos encontramos prisioneros de unos mandatarios sin una hoja de ruta que contenga la senda de la recuperación. No se tiene una idea clara para establecer un modelo productivo viable y sostenible.
El desempleo, que se está convirtiendo en una enfermedad crónica, nos aboca a la desesperación. Los comedores sociales no dan abasto para atender a las numerosísimas personas que se han visto despojadas de todo. La crisis está arrasando con todo lo que se encuentra por delante mientras el Gobierno se entretiene en prohibir circular a más de 110 km/h. Está en juego nuestro futuro y además se encuentra en manos de unos políticos incapaces de gestionar una situación cada vez más alarmante.