El lehendakari López salió en defensa de Urchueguía sin más argumentos que el ataque al mensajero y una zafia presentación de datos que, además, corroboran lo publicado por el Grupo Noticias
eS de suponer que el Gobierno Vasco, su gabinete de comunicación, el aparato del PSE y la señora Ana Urchueguía habrán dedicado muchas horas de reunión para preparar el contraataque a las informaciones que el Grupo Noticias viene publicando sobre la -cuando menos- irregular gestión de las ayudas destinadas a Somoto por parte de la actual delegada del Gobierno en Chile y Perú, exalcaldesa casi perpetua de Lasarte-Oria. Pues, a juzgar por lo escuchado a Patxi López, no prepararon bien su discurso. O quizá no había por dónde salvar el tema a no ser recurriendo al ataque desaforado contra el mensajero, como suele ocurrir cuando alguien se pretende defender a la desesperada. La respuesta de López a la interpelación del PNV no pudo ser más desafortunada y quedará como uno de los episodios más bochornosos en la historia de la Cámara vasca. López recitó de oído unos datos que, se supone, creería concluyentes y hasta demoledores, pero que en realidad vienen a ser los mismos que se han publicado en los medios del Grupo. Si con ellos pretendía desmentir no se sabe qué, no hizo más que ratificar la información detallada en nuestras páginas. Todo lo demás, el énfasis, el ademán solemne, el gesto indignado, formó parte del atrezzo. Había que salir al paso de la multitud de datos aportados, evidentemente calificados de insidia, ataque al partido y castigo intolerable a la exalcaldesa. López, que no tiene ni idea de quién es quién en Somoto ni sabría distinguir entre robledales y cafetales, se permitió el atropello de acusar a los profesionales del Grupo Noticias de mentir, engañar, sobornar y falsificar testimonios. No quedó claro si pondría o no la mano en el fuego por su delegada, pero cruzó todas las líneas rojas del respeto institucional hacia unos medios de comunicación que se han limitado a hacer su trabajo con rigor. Él sabrá qué le ha obligado a unir su destino al de Urchueguía en una defensa atropellada, torpe, en la que abundaron mucho más las injurias y las calumnias contra los profesionales que la aportación de datos que desmintieran lo publicado, que fue nula. Quien ha mentido, y lo ha hecho solemnemente en sede parlamentaria, es él. No cabe duda de que está nervioso, quizá porque en Somoto hay gato encerrado.