cuando el 2 de julio de 2010 la Asamblea General de Naciones Unidas resolvió crear una agencia especial para la igualdad de género y el empoderamiento femenino, el secretario general Ban Ki-Moon dijo que se trataba de una decisión histórica. Era la constatación de un compromiso mundial prioritario y, según sus propias palabras, "ingresamos en una nueva era del trabajo de la ONU para las mujeres". La nueva agencia ONU-Mujeres, que vio la luz el pasado mes de enero, es una entidad con un mandato de amplio alcance y un presupuesto de 500 millones de dólares.

Casi 65 años después de la creación del foro mundial y tras haberle acompañado en la creación de otros organismos que han abordado variedad de temas como infancia, población, salud, alimentación o desarrollo económico, las mujeres del mundo hemos asistido al nacimiento de esta criatura de la mano de su directora ejecutiva, Michell Bachelette.

El pasado martes se presentó en sociedad ante representantes gubernamentales y más de 1.500 mujeres activistas llegadas de todo el mundo para sentarse por vez primera en la sala noble de la Asamblea General de Naciones Unidas. Esta presentación se realizó en el marco del 55 periodo de sesiones de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer, que en su trabajo de revisión y seguimiento de la IV Conferencia Mundial está teniendo lugar en la sede de Naciones Unidas desde esta semana y hasta el próximo viernes 4 de marzo.

ONU-Mujeres tiene las funciones de apoyar a organismos intergubernamentales en su formulación de políticas y normas mundiales y ayudar a los estados miembros a implementar esos estándares. La nueva agencia está liderada por la expresidenta chilena Michell Bachelett, a quien desde la tribuna y desde los pasillos se le ha reconocido por las mujeres activistas como un poderoso ejemplo del nuevo liderazgo de las mujeres en el mundo.

"La igualdad de género tiene que ser una realidad vivida", ha dicho Bachelett, mientras hemos coincidido con ella en que el establecimiento de la nueva agencia supone el reconocimiento de las deficiencias y problemas de la respuesta del sistema de Naciones Unidas a la persistente discriminación de género, en particular en las esferas de coordinación y coherencia, autoridad y adopción de posiciones, rendición de cuentas y recursos humanos y financieros.

En su constitución anunciaron la presentación de un plan estratégico para el que la directora ejecutiva preparó una visión y plan de acción de 100 días donde esbozaría las esferas principales. Se trata de áreas focales que pueden impulsar el progreso de forma generalizada.

Cuando más de 1.500 mujeres de diferentes lugares del mundo llegamos a esta gran ciudad de Nueva York -un encuentro de colores, olores, lenguas, culturas e ilusiones- nos domina la sensación de que algo profundo nos mantiene unidas en la esperanza de un mundo mejor, y a veces en la desesperanza de que los cambios nos apresan en un ritmo injusto excesivamente lento, torpemente alejado de nuestros anhelos.

Los objetivos nos unen por encima de las diferencias que se palpan, y hemos aplaudido el nuevo rumbo que ONU-Mujeres puede dar al impulso de las políticas de igualdad en todo los países del mundo.

No existen límites para lo que pueden hacer las mujeres, desde las madres que soportan las familias en duras circunstancias hasta aquellas que devienen ministras o jefas de Estado.

No existen fronteras que impidan a las mujeres alcanzar las libertades que quieren, y están decididas a construir el futuro mirando al desarrollo y al progreso en la cara y los ojos de los niños y niñas que deben diseñar la arquitectura de un mundo más justo, donde las personas sean valoradas por sus méritos y destrezas, donde el sexo con el que nacemos no sea excusa nunca para ser marginadas o discriminadas.

El camino que queda no será nada fácil, nunca lo ha sido, pero a las expectativas creadas ante el nuevo organismo y la nueva directora ejecutiva, queremos mostrar nuestro apoyo y nuestro trabajo común.

Las mujeres del mundo hoy estamos okupando Naciones Unidas y somos partícipes de un escenario de alegría y fuerza que va tomando todos los rincones. No hay sitio para el desanimo. Y sí para la unión.