Adoro a este hombre. Papá Noel a su lado es un andrajoso patán. Debe de saber un montón pues sobre él recaen muchas decisiones, y sus opiniones generan norma. Trichet, Jean Claude, asegura que subir los salarios sería la última tontería que hay que hacer, y se basa en que los países como Alemania, que mejor los han controlado, son los que más éxito tienen en la reducción de paro. Según parece, los teutones crean empleo hasta en tiempos de crisis. De la inflación, pues nada, que sí, que puede repuntar, pero que sería sólo un chichón, aunque no descarta un alza en el futuro. Y de lo suyo, de si sigue o no al frente del Banco Central Europeo, prefiere no hablar, está muy tranquilo el personaje. Yo no sé por dónde coger al tal Jean Claude (si sé por dónde le agarraría, para que supiera lo que es pasarlas canutas). No sé si tiene o no razón en lo que afirma, no sé si lo más recomendable es continuar perdiendo poder adquisitivo, volvernos cada día que pasa más pobres, mientras unos pocos se enriquecen insultantemente. Es posible que la salida a la crisis pase por ahí, por rozar la miseria. Lo que sí que tengo por seguro es que él y los que le rodean, junto al resto de la casta política son los culpables de que yo, los que me rodean y el resto de la clase popular camine con una soga al cuello. Ellos nos han puesto la correa, nos han atado a la ruina y nos han conducido a la crisis. Y siguen ahí, mandando, aconsejando, legislando, provocando todas las penas que estamos sufriendo, y las que quedan por venir. Son malos profesionales, ineptos gestores a los que deberíamos tirar a la puñetera calle ya, con una mano delante y otra detrás, y después exigirles responsabilidades. Pero la cobardía y el temor a perder lo poco que tenemos nos tienen paralizados. Cuando los desechos de nuestra vida desaparezcan del todo, despertaremos. Seguro. Y el señor Trichet y su banda bien pueden desaparecer lejos, muy lejos.