el ingenioso genovés Cristóbal Colón, acompañado de un puñado de piratas y maleantes, buscó en el nuevo mundo una civilización alternativa a la rancia Corona que le financiaba a cambio de esclavos, chocolate y café; Robinson Crusoe se tuvo que buscar la vida en aquella isla perdida, lejos del calor de la sociedad victoriana; los hippies descubrieron la salvación en las comunas asentadas en los sólidos pilares de las cintas de colores y la marihuana. Y hoy el mito de irse al planeta Marte de turno para no vivir con los pies en la tierra ni tener que pactar cada día con la realidad va a dejar de ser una metáfora. Los físicos Paul Davies y Dirk Schulze acaban de publicar en el Journal of Cosmology una fundamentada tesis sobre la urgencia y la necesidad de enviar humanos a Marte... sin billete de vuelta. Sostienen que mandar a una tripulación hasta allí es tecnológicamente viable, aunque ofrece serios problemas por el altísimo coste que supone no ya llevar a los astronautas, sino traerlos de regreso. Así que proponen la sencilla solución de que los colonos se queden allí para siempre, convencidos de que a la NASA no le faltarán voluntarios entre tanto iluminado que puebla la Tierra. Han detectado ya en el planeta rojo refugios naturales para poder instalar campamentos base y tienen también la certeza de la existencia de agua y, por tanto, hielo, que como todo el mundo sabe es el elemento básico del gin-tonic. Todo servido. Anímense y manden una postal. El resto preferimos seguir peleando con la mundana realidad.
- Multimedia
- Servicios
- Participación