ilustrísimo señor Vicente, marqués de Del Bosque, como le ha nombrado el aún más noble don Juan Carlos de Borbón, rey de España. Una gracia real, la segunda que concede Su Majestad a los de la cosa deportiva desde que se murió el excelentísimo Franco. La primera fue al ya fallecido ilustrísimo señor Juan Antonio Samaranch, marqués de idem. Que conste que he tenido que consultar un manual para darle a cada uno su merecido... tratamiento. Así me he enterado, por ejemplo, de que al diputado general de Álava hay que tratarlo de ilustrísimo, como a los tenientes de alcalde de Madrid o Barcelona, que Gallardón y Hereu están un escalafón por encima y ya son excelentísimos. Resulta que el padre de Vicente Del Bosque, Fermín a secas, era republicano de los rojos y estuvo encarcelado aquí mismo, en un campo de reclusión en Murgia, tras la Guerra Civil. Ya ven, los pasos que da la vida. Ahora el hijo de Fermín es monárquico, supongo, y para más inri noble. Todavía le falta recorrido, eso sí, para alcanzar a la más Grande del mundo, la duquesa de Alba, con pelos de loca y la cara deformada por una fallida operación estética, que anda liada con un funcionario 24 años menor que ella y que es cinco veces duquesa, dieciocho veces marquesa, veinte condesa, vizcondesa, condesa-duquesa y condestablesa, además de catorce veces Grande de España. Qué antiguo todo ¿no? ¿No sería hora de acabar de una vez con tanta monserga clasista?