EN la política contemporánea cada vez calan menos los discursos y más las frases sueltas, los lemas comerciales. Bajo esta premisa actuó, sin ir más lejos, el señor Rajoy al afirmar en la reciente convención sevillana de su partido aquello de que "España tiene sed de urnas". Me gustaría devolverle al PP (en este caso al PP vitoriano) su ocurrencia para afirmar rotundamente que Gasteiz tiene sed de piscinas. Sed de las piscinas cubiertas de Mendizorrotza. Y tenemos sed de piscinas precisamente por culpa del señor Maroto. Y tenemos sed de información sobre este asunto por el oscurantismo con que el señor Lazcoz ha gestionado lo que sin duda es el mayor fraude de la historia de la ciudad en lo que a política de equipamientos deportivos se refiere. Nada menos que 11,6 millones de euros de sobreprecio en la remodelación de los dos grandes equipamientos deportivos de la ciudad. ¿Cómo se pudo gestar semejante agujero económico?
Todo empieza allá por 2005, en el ecuador de la segunda legislatura de Alfonso Alonso, cuando existía una grave amenaza de paralización de las grandes infraestructuras de la ciudad. En aquel momento PP y PNV impulsaron un acuerdo extraordinario de inversiones por valor de 55 millones de euros al que posteriormente se sumó el PSE. Del total previsto, casi la mitad, 24 millones, se destinó a una más que necesaria reforma de los complejos deportivos municipales, especialmente en el caso de las piscinas cubiertas de Mendizorrotza. Por aquel entonces se soñaba con convertir unas instalaciones avejentadas y llenas de problemas en un equipamiento puntero. Lo que no podíamos vaticinar es la pesadilla de unas obras interminables que han terminado costando casi el doble de lo presupuestado.
La sangría comenzó con una contratación de la asistencia técnica para la redacción del proyecto de ejecución y dirección de obra del plan director de reconversión del complejo deportivo de Mendizorrotza por un valor aproximado de 452.000 euros. Aquel plan director dibujó un equipamiento poco menos que idílico: reconversión de las piscinas exteriores en una gran pileta, remodelación del entorno, creación de nuevos accesos y construcción de un gran complejo acristalado para las piscinas cubiertas. Dentro del complejo acristalado se contemplaba una gran piscina olímpica de tabiques desplazables y fondo móvil, un vaso de rehabilitación con otros vasos lúdicos de menor entidad, gimnasios, sauna, vestuarios, servicios complementarios,…
En febrero de 2007, con todo perfectamente dibujado y calculado (y también con las elecciones municipales a tiro de piedra), el PP se apresuró a contratar la construcción del complejo acristalado por un total de 11.300.000 euros. Poco después se descubre un agravamiento del problema de filtraciones de agua existente en las piscinas exteriores de Mendizorrotza que obliga a cerrarlas antes de finalizar la campaña estival de ese año. Durante la campaña estival de 2008 estas instalaciones permanecieron inutilizadas con evidente perjuicio para decenas de miles de usuarios y hasta 2009 no se pudo contratar la reforma de la piscina exterior por valor de 1.200.000 euros. ¿Por qué el PP no tuvo en cuenta una necesidad previsible a la hora de contratar la reforma del complejo de piscinas? ¿Por qué Alfonso Alonso tuvo la osadía de vender a la prensa una reforma de las piscinas exteriores que no llegó a contratar y que tuvo que asumir la siguiente Corporación?
Pero hablemos del precioso edificio acristalado porque su construcción es un rosario de despropósitos. El primer concurso quedó desierto por no existir ninguna empresa interesada. Se convocó un segundo concurso manteniendo el presupuesto de 12 millones de euros y efectuando recortes sobre el proyecto como la desaparición de un piso del edificio, el equipamiento de los vasos o el túnel de unión de las piscinas con los frontones. Tampoco existía dinero para todo lo referente a la urbanización exterior, climatización y la deshumectación por lo que no se contemplaron. Posteriormente, van apareciendo carencias que obligan a modificaciones presupuestarias y contrataciones adicionales. Entre otras triquiñuelas, hubo que hacer una intervención en lo que se refiere al suministro de la energía eléctrica. Más tarde se ha tenido que contratar aparte el sistema de evacuación porque tampoco estaba proyectado. Si sumamos la cuenta económica de estos "olvidos", se obtiene un montante de 7.557.729 euros.
En términos montañeros, el PP quiso vender una expedición al Himalaya, pero sólo había dinero para llegar a la cruz del Gorbea. Lo que podía ser una ascensión histórica en la calidad de los equipamientos deportivos se ha convertido en una cadena de subidas a montes desconocidos, sin apenas oxígeno y con grave riesgo para las arcas municipales. Lo peor de todo es que las posibles responsabilidades parecen no tener dueño.
Si dura ha sido la travesía por la simas y los aludes que han surgido en el camino, tanto o más duro ha sido recorrer todo ese camino prácticamente a ciegas porque en el escándalo de la reforma de Mendizorrotza han faltado tanto el dinero como la información. ¿Por qué tanto silencio del alcalde Lazcoz sobre un proyecto que venía de una legislatura anterior? ¿Por qué un regidor que quiere guiarnos por la transparencia y la concienciación no ha sido capaz de desenredar al menos un poco este enmarañado asunto? ¿Por qué las únicas veces que el equipo de gobierno se ha pronunciado al respecto ha sido como consecuencia de las preguntas de la oposición?
Hay mucha sed. Sed de gestores más competentes. Sed de datos reales sobre cuánto dinero nos ha costado la reforma de Mendizorrotza. Sed de piscinas.