El director de Deportes del Gobierno Vasco, Patxi Mutiloa, insinuaba hace unas fechas que en algunas pruebas deportivas habría que cobrar al espectador. Su comentario no es desacertado, ya que la organización de algunos eventos tienen un alto costo y en ocasiones no se pueden cubrir con las subvenciones y patrocinios de firmas comerciales.

También indicaba Mutiloa que la próxima burbuja a explotar sería la del fútbol. Y no le falta razón. Los equipos de fútbol profesional están empeñados hasta el fondo -la deuda ronda los 5.000 millones- y deben dinero a la Seguridad Social, a Hacienda, a jugadores, etc.

Este tema debería estar intervenido por las instituciones y no permitir que esta situación siguiese así. No deben ayudar a los equipos endeudados más de lo que ya lo han hecho. Son sociedades anónimas y, por tanto, que se jueguen su dinero. Ahora es fácil llegar a una ley concursal y dejar la deuda en la mitad.

El deporte tiene un costo que lo pagan todos los ciudadanos y muchos no están de acuerdo con ello. ¿Por qué subvencionar a un club privado? Que se financie con sus socios, abonados y su publicidad. Si no se puede tener un equipo puntero, pues tendremos otro inferior. La ciudad debe tener el equipo que sus aficionados quieran. No se puede vivir de excesos, ya que al final ocurre lo inevitable. Luego es cómodo y fácil decir que nos ayuden los de siempre.

Debe haber un debate muy serio en las instituciones porque hoy en día el fútbol está totalmente desmadrado también en relación a salarios. Nos quejamos de que los políticos ganan dinero, pero no pensamos que muchos jugadores ganan mucho más y con menos responsabilidades. Creo que muchos ciudadanos están incluso cansados de tanto fútbol.

Entre fútbol -parece que no hay otros deportes- y programas basura de televisión, el ciudadano carece de propuestas que le puedan aportar otras ideas o conocimientos.