el Parlamento Vasco aprobó el 28 de diciembre de 2007 una ley para cancelar la deuda externa de los países empobrecidos. La ley aprobada es no sólo justa, sino posible de realizar. Se trata de una cuestión de voluntad política que el Parlamento expresó mediante la firma, hace tres años, de la Ley 14/2007 de Carta de Justicia y Solidaridad con los Países Empobrecidos.

Se trata, además, de una cuestión de justicia social ya que el pago de la deuda externa en los países empobrecidos genera innumerables desigualdades. Muchos países pagan de amortización de deuda más que lo que gastan-invierten en sanidad o educación; en algunos casos más que la suma de ambos. No es extraño que la esperanza de vida del África subsahariana sea de 46 años, mientras que en Euskadi es de 82, y la razón fundamental está en la falta de inversiones en sanidad y educación pública.

Tampoco deja de ser inmoral que los países enriquecidos reciban más dinero por parte de los países empobrecidos por la devolución de esta deuda, que lo que reciben estos últimos en concepto de ayuda. Pequeños matices como que la deuda está pagada y devuelta con creces, incluso que cabría preguntarse quién debe a quién en conceptos como la deuda ecológica, los dejaremos para otra ocasión.

Lo cierto es que han pasado tres años y ni en los presupuestos de 2008, ni en los de 2009 ni en los de este año ha reaparecido esa voluntad política que incluya en los presupuestos la partida extraordinaria para empezar a cancelar la deuda externa. No lo hizo el anterior Gobierno tripartito y tampoco lo ha hecho éste.

El Gobierno Vasco no ha cumplido la ley y a la pregunta parlamentaria realizada en mayo de por qué no la cumple responde que "dados los recientes acontecimientos y la necesidad de reducir el gasto y en concreto el cumplimiento de las acciones referidas al convenio de colaboración que incluye una partida específica en materia de condonación de la deuda externa, no será en principio abordada en los próximos años". Es decir, ni ha cumplido ni cumple ni cumplirá la Ley de Cancelación de Deuda Externa. El partido en el Gobierno, el PSE, tampoco cumple su programa electoral que expresa que "nos comprometemos al desarrollo pleno de la Carta de Justicia y Solidaridad con los países empobrecidos". Que las promesas se incumplan es ya una costumbre pero, qué inocentes somos al pensar que el cumplimiento de las leyes es una obligación y no una cuestión de interés o de ponerle ganas.

Lord Lytton dijo a finales del siglo XIX, ante la hambruna que padecía India, si había que ayudar a cualquier precio al campesinado que moría de hambre. Afirmó que a cualquier precio no y millones de hindúes murieron en una hambruna cíclica. Hoy Patxi López no diría jamás eso, pero sus hechos son los mismos. La vida humana, el sufrimiento, tienen un precio y el Gobierno Vasco no está dispuesto a pagarlo aunque lo diga la ley, aunque lo diga la justicia y aunque lo diga el mínimo sentido moral.

Al Gobierno Vasco le corresponde aplicar la ley. Al PSE, cumplir su programa electoral. A quienes pensamos que es indigno, injusto e inmoral cobrar la deuda externa a estos países nos corresponde denunciar su cobro.

Al contrario que quienes nos gobiernan, tenemos alternativas, reales, justas y creíbles. La abolición de la deuda externa, el comercio justo y la desmilitarización social son algunas de ellas. Y vamos a seguir luchando por hacerlas realidad. Somos millones de personas quienes, día a día, reivindicamos que otro mundo no sólo es posible sino urgente, imprescindible.

Como dicen en las montañas del sureste mexicano: "No es necesario conquistar el mundo. Basta con que lo hagamos de nuevo".

* Firman también Julia Laborra, Natalia Rodríguez y Josean Elgezabal, grupo de seguimiento de la Iniciativa Legislativa Popular de Deuda Externa