salburua y Zabalgana se han hecho merecedores de un capítulo propio en la historia de Gasteiz de 2010. Este año ambos barrios han pasado a ser miembros de pleno derecho del concurrido club de los barrios menospreciados por el alcalde Latxi Lazcoz. Estos nuevos distritos cuentan ya con una población residente considerable, que está siendo víctima de unos desmanes y faltas de consideración que la han situado al mismo nivel que otros barrios consolidados de la ciudad.
Se suele decir que los inicios siempre son difíciles, pero en Salburua y Zabalgana la dejadez municipal para garantizar unos mínimos de habitabilidad ha rozado el maltrato. Se han producido molestias importantes y generalizadas por el retraso en el remate de vías, en la puesta en marcha de servicios básicos como la recogida de basuras y la protección ciudadana o en la llegada de la red de transporte público, que es el orgullo de este gobierno municipal. La presión vecinal, que aún continúa, ha ayudado a que se avance en estos asuntos elementales, aunque la calidad de algunos servicios aún esté lejos de ser satisfactoria.
A estos temas, y a otros como los relacionados con los futuros centros educativos y sanitarios, se sumó en primavera la manida redensificación. En aquel entonces, todo el arco municipal coincidió en poner como ejemplo de mala política urbanística la que se había llevado a cabo en la expansión de Gasteiz hacia el este y el oeste. Para subsanar el error, se propuso unánimemente convertir los nuevos barrios en proveedores del suelo que cubrirá la futura demanda de vivienda, basada en cálculos discutibles. A casi nadie en el Ayuntamiento pareció inquietar que, al recalificar como residencial suelo destinado originalmente a usos sociales, estos barrios dispondrían de menos infraestructuras para dar servicio a una población mayor de la prevista. Nadie en el Ayuntamiento parece tampoco que quiera reconocer que la construcción desenfrenada de nuevas viviendas, o la venta de suelo municipal, además de una arriesgada forma de financiación municipal, supone una inyección de aire que mantiene hinchada una burbuja cuyo peso, todavía hoy, constituye un lastre para el proyecto de vida de muchas personas.
Hoy es el día en que algunos grupos políticos que formaron parte de aquel acuerdo inicial se han desmarcado de sus propios posicionamientos, en un desvergonzado y oportunista intento por marcar una distancia artificial con el Gobierno municipal de Gasteiz, y por generar falsas espectativas entre la población de estos distritos.
Por si todo esto fuera poco, hay más goteras que amenazan con colmar el rebosante vaso de la paciencia vecinal. Me refiero ahora al polémico proyecto del auditorio, que Lazcoz parece estar dispuesto a llevar a cabo contra viento y marea, y contra todo argumento racional. La dudosa viabilidad económica, social y cultural de este monumento al ego ha impedido obtener financiación de otras instituciones, por lo que el alcalde decidió privar de 50 millones de euros a Ensanche 21, sociedad municipal "creada para promover y gestionar la expansión de la ciudad al este y al oeste". Dicho de otra forma, 50 millones de euros menos para Salburua y Zabalgana.
No se relajen, que los nuevos barrios pueden exprimirse un poco más. Recientemente salió a la luz cómo se las gastan quienes asesoran al alcalde en materia de ingeniería financiera. Tras airearse el ultimátum que el Gobierno Vasco lanzó al Consistorio en relación a la devolución de 8 millones de euros destinados al tranvía, y para despejar las sospechas de olvido o despiste, se nos explicó que todo formaba parte de una genial jugada para evitar recurrir al endeudamiento. La propuesta para devolver el montante: desviar partidas presupuestarias de otros proyectos, a la cabeza de los cuales, por increíble que parezca, se encuentran los centros cívicos de Salburua y Zabalgana, que ya acumulaban sobrecoste (y ahora retraso) y para cuya financiación se habrá de recurrir a la misma deuda que se pretendía evitar. Ni el trilero más hábil podría ejecutar semejante movimiento.
A la luz de esta pequeña muestra de actualidad municipal, no es de extrañar que se generalice la sensación de que algo funciona mal en nuestro Ayuntamiento, más aún tras la presentación de los presupuestos para 2011, que nacen viciados por el mercadeo de proyectos entre los grandes grupos municipales y donde, como siempre, las partidas sociales y el interés general de la ciudadanía han sido las grandes perjudicadas.
En la política municipal de Gasteiz urge un cambio no sólo de caras, sino también de formas de ejercer y entender la política. Sin miedo. Se han de establecer nuevos sistemas, nuevos modelos y nuevas prioridades, colocando a las personas en el centro de la acción municipal, dirigiéndola sin titubeos a cubrir las necesidades básicas de la ciudadanía y evitando abusos e injusticias como las que están sufriendo, entre otros barrios, Salburua y Zabalgana. Colocando también en el centro a las personas trabajadoras, profesionales autónomas y al pequeño y mediano tejido industrial local, que conforman el verdadero motor social, laboral y económico de Gasteiz y de Araba, y que están sufriendo las zarpazos más despiadados de este sistema en crisis.
Necesitamos, en definitiva, sacar la política de los salones, llenos de sillones, y llevarla a los patios, llenándolos de taburetes, fomentar la participación ciudadana, e impedir que se pierda el contacto con la realidad social de Gasteiz y con las demandas de esa misma realidad a la que debería ser su institución más cercana.