CUENTA el escritor Patrick Leigh Fermor, el mejor autor de literatura de viajes en lengua inglesa, el origen de un dicho marinero de la región de Mani, el profundo sur griego. Parece que hubo una vez en que un capitán de barco, preocupado por la gran cantidad de ratas que infestaban su navío, llamó a un sacerdote y le pidió que llevase a cabo el servicio especial para deshacerse de ellas. Se entonaron los cánticos apropiados y el sacerdote asperjó el barco de proa a popa. Embolsándose la tarifa habitual, aseguró al capitán que ya no tendría más problemas con esos bichos: el rito jamás había fallado. "Pero hay una cosa", dijo el cura. "¿Qué cosa, padre?". El sacerdote inclinó su barbada cabeza hacia la oreja del marino y susurró: "Consíguete un gato". Desde entonces, la frase "conseguirse un gato" significa en círculos marítimos "garantizarse dos veces una certeza".
Seguimos en el sur. Tancredi Falconeri, personaje de ficción, sobrino de El Gatopardo, príncipe de Salina, dejó dicho: "Si queremos que todo siga igual es necesario que todo cambie. ¿Me explico?". El Gatopardo lo entendió y concluyó que esa Europa dormida que es Sicilia, y por extensión todo el sur -isleño o continental-, no quiere ser despertada; y que toda mano que mece la cuna no tiene otro propósito que mantener a la criatura sumida en el sueño. "El sueño, querido Chevalley, el sueño es lo que más desean los sicilianos y siempre odiarán al que pretenda despertarlos".
España, como la Sicilia de El Gatopardo, está sumida en el sueño. La gente, somnolienta, espera que un cambio de gobierno resuelva los problemas. No quieren ser despertados. La política es algo cada vez más lejano y de la que no se espera nada, salvo el milagro. La situación presente del país, infestada de roedores con forma de paro rampante, creciente malestar social, polarización política y angustiosas incertidumbres económicas está conduciendo a la desafección de los ciudadanos respecto de la política, que se aúna con la incredulidad sobre el estado real de las finanzas públicas y privadas.
Y a no olvidar que todo empezó con un presidente español que hizo del gato el emblema de su acción de gobierno "gato blanco, gato negro, qué más da si caza ratones" dijo después de volver aprendido de la China roja. Y aquella labilidad nos llevó a la especulación inmobiliaria, la voracidad financiera, la laminación industrial y, de propina, al crimen de estado. Gato gordo y tontiastuto llamó Ferlosio al sevillano intrépido que reaparece ahora como consejero de una compañía energética, actual refugio de las plusvalías del ladrillo.
Una certeza se abre camino en cada uno de nosotros: que no hay un progreso lineal ascendente y que nuestro hijos vivirán, si acaso, como nuestros padres. Se atisba un horizonte cercano de penuria económica y abatimiento generalizado, momento propicio para los salvadores de ocasión. Los mismos salvadores, liberales sólo en economía, que con sus aventuras especulativas nos llevaron a la penuria actual. Al igual que el pope de nuestra historia, rezan letanías con propuestas de más medidas de adelgazamiento presupuestario, formulan jaculatorias apelando a la productividad y prórroga de la vida laboral, amenazan con el infierno del paro, piden recortes salariales, reducción en la prestación de servicios sociales, co-pagos sanitarios. El rezo y el gato.
En Euskadi, mejor situación que España, mitad de paro, sexta parte de deuda pública, cuarta parte de inmigración ociosa, nos preguntamos si aquello también es posible aquí. Miramos al Gobierno vasco y vemos una nadería administrando un patrimonio recibido que sin nueva aportación de capital, sin producción legislativa, acabará dilapidándose.
Aquí, el PNV, a la fuerza ahorcan, tuvo una genial ocurrencia -"gobernaremos desde la oposición"- y de esa manera se consiguió un gato. Primero fue pactar con el Gobierno español a pesar del Gobierno vasco. Aquello no fue una estratagema para orillar al lehendakari López, fue una necesidad imperiosa ante la indolencia del nuevo gobierno. Después vino su posición ante el presumible nuevo escenario político tras la alternancia, políticos por militares, en el liderazgo en la Izquierda Abertzale.
Ante la bipolarización soberanismo/constitucionalismo, negociación política/ endurecimiento legal, el PNV se centró, haciendo propia una corriente mayoritaria de opinión que podríamos definir como procurar más Estado vasco: Estatuto cumplido, blindaje de los instrumentos fiscales y defensa de la asistencia social. Esto último, ineludible en una comunidad, la vasca, cuya alma política se debate entre la socialdemocracia o el social-cristianismo, pero en ambos casos, obsérvese, se mantiene inalterable lo social como sustantivo.
Respecto del proceso de paz, mi percepción es que el PNV no lo ve ni con el entusiasmo del neófito ni con la aprehensión del eventual perjudicado. Su relación con el mismo es la del observador comprometido que ayudará cuando se le pida, que no obstaculizará lo que se haga y que se opondrá a un resultado que dejara un sentimiento de resquemor, inaceptable para la convivencia futura.
Ahora, el PNV está dedicando sus mejores esfuerzos al fortalecimiento de la sociedad civil. Lo digo a la vista de la nómina de miembros del partido que alcanzan puestos de responsabilidad en el mundo económico, periodístico, profesional, educativo, sanitario, fuera del circuito político-institucional. Se trata de un recomencemos. Fuera del Gobierno no hace tanto frío si el talento personal y la confianza organizativa se aúnan. Se trata de una feliz vuelta al proyecto originario de hacer país mientras nos hacemos a nosotros mismos. Dense un paseo por las conclusiones del Think Gaur Nafarroa para confirmar lo que les cuento.
Rezos e invocatorias a los grandes principios sí, pero.... consíganse un gato. Hay uno veterano y resabiado, ágil y dispuesto a cazar ratones cuando los rezos resultan insuficientes. Lo conocen de sobra ,¿para qué llamarlo por su nombre?