TROYA, la peli, me pone los pelos de punta, entre otras cosas por el rubio california 25 que le plantaron a Brad Pitt-Aquiles, el mismo tono de tinte que luce Colin Farrell en Alejandro. Pero tiene un momento interesante -para los que no hemos leído la Iliada, una asignatura pendiente más, yo me quedé en la Odisea- durante una conversación entre Aquiles y su madre sobre la conveniencia o no de acudir a la guerra. Y Tetis le dice a su hijo: "Si vas a Troya la gloria será tuya. Escribirán historias sobre tus victorias. Durante el pasar de los años, el mundo recordará tu nombre. Pero si vas a Troya nunca regresarás a casa porque tu gloria camina de mano con tu terrible destino". Bertol Bretch decía que desgraciados los pueblos que necesitan héroes, y tenía razón. Pero también tengo la impresión de que el ser humano, de algún modo, necesita de ellos aunque sea como mera inspiración. Fue héroe Aquiles, como Ulises y demás panoplia histórico-mitológica que nos legaron los antiguos, como lo fueron El Cid, Roland o Saladino, por poner. Pero ya no son tiempos de dioses, guerreros y leyendas. La épica queda en manos de gente corriente, que merece el apelativo de héroe, pero en la que rara vez reparamos salvo honrosas excepciones. Y la gloria de la que hablaba Tetis a Aquiles casi está reservada a los héroes modernos, los deportistas. Y cuando ese deportista se deja atrapar en sombras que le acaban arrastrand, por poner, a la Operación Galgo, el héroe se esfuma y la inspiración se pierde. Y el mundo no se para, no, pero se hace un poco más inhóspito.