HACE ya tiempo anuncié en este mismo espacio lo que iba a ocurrir con la parada del tranvía llamada Intermodal, que aunque no exista aún la estación sandwich mixto ya tenemos un elemento de mobiliario urbano (molan esta palabras modernas para denominar tanto papeleras como bancos en el parque) que lleva el nombre de una infraestructura que llegará, aunque sea en dos mitades. Lo que aventuré no era un párrafo de las interminables profecías de Nostradamus, ni siquiera surgió de la precisión adivinatoria de los incas, se trataba sólo de sentido común: esa parada colocada en la mediana de Portal de Foronda iba a llenar de peatones aventureros la transitada carretera, sobre todo la que se dirige hacia la rotonda de América Latina, lugar de reunión de gran parte del tráfico que soporta la ciudad. Cualquiera que se pase un día por allí y espere a la llegada del tranvía comprobará que quizás no fuera mala idea colocar un paso de cebra junto a la nueva parada del autobús Lakua-Mariturri: nadie, o casi nadie, avanza hasta las zonas habilitadas para caminantes; todos, o casi todos, cruzan por el asfalto sorteando los vehículos que soportan la espera del semáforo de la rotonda. Llegará el día en que algún ciudadano se llevará un susto, y otro el conductor del coche que le atropelle. No sé si la mejor solución es mover algún paso de cebra o levantar un paso elevado, pero algo debería hacer el Ayuntamiento. He llegado a ver ancianas con bastón paradas en mitad de la carretera mientras los coches la rodeaban. Un peligro.