La política vasca es un maldito bodegón. Entre la mesa de diálogo multipartito y el marco jurídico en cuestión, seguimos atónitos ante el desacuerdo permanente entre partidos políticos. Un cuadro de naturaleza muerta con mesa de roble, figuras decorativas y un exuberante jarrón. La imagen de un frutero de cartón piedra donde el tiempo se detiene frente a la persistente realidad de un sueño prohibido. La paz tiene poderosos enemigos aquí y en otras partes del mundo. La guerra es un negocio seguro en Colombia, en el Sáhara y en Irak. La paz en Euskal Herria no puede esperar. La sociedad vasca tiene la última palabra y ningún partido la debería retrasar. Hablemos de territorialidad, del sujeto de consulta y del respeto hacia su voluntad. La paz no tiene precio político, pero la política puede ayudar. La paz es el marco de convivencia elegido por un pueblo que desea vivir en libertad.