NI sé cómo he sido capaz de dormir unos minutos esta noche, dada la preocupación que se extiende en la península ibérica por el resultado de las elecciones en Cataluña, inquietud que impide no sólo mi plácido descansar, sino también el desarrollo de un normal fin de semana en localidades tan intensamente implicadas en el devenir político catalán como Ciudad Rodrigo, Zambrana o Azkoitia. Señores, vivo sin vivir en mí... Siento un escalofrío de impaciencia por descubrir si el partido de la minúscula en mitad de sus siglas (CiU) logra colocar (me refiero a situar) a su líder más líder, que por eso es Mas, en lo más alto de la Generalitat, y no para que se lance en parapente desde allí, sino para que gobierne. Sudores de nerviosismo empapan mis axilas porque no sé predecir, mecachis, si el actual presidente y el partido que lo arropa (Montilla con mantilla PSC) consiguen impedir que Mas les deje más lejos de lo que anuncian las encuestas, zíngaras de los porcentajes en periodos electorales, es decir, casi siempre. Tirito y no de frío, tirito porque al cerrar los ojos no alcanzo a ver a los señores de ERC llegando a la presidencia, sino inquietos porque el que fue presidente de un equipo de fútbol quiere más, y no a Mas, no se equivoquen, aunque, francamente, hacen buen pareja: corbatas a juego, dinero a juego, poder a juego... En fin, que también hay por ahí una señora que caza y monta en gaviota y que mira más a España que a su país, Cataluña, donde hay unas elecciones tan importantes que impiden mi plácido descansar.