el padre Zaldua sostenía en sus manos aquel cuadro de la plaza de San Pedro del Vaticano sin saber cómo desembarazarse de él. Desde que inauguraron la nueva parroquia del barrio de Zabalgana había recibido distintos regalos y uno de ellos era aquella imagen de dudoso gusto pictórico que mostraba una panorámica del epicentro del catolicismo en su sede romana.

Mientras dudaba entre esconderlo en algún rincón del desván o entregarlo como donativo a las Hermanitas de los pobres de Txagorritxu, se fijó en un detalle curioso. Conocía la estructura de la gran columnata elíptica de Bernini, ya que era un amante del arte y había visitado en varias ocasiones la ciudadela pontificia. Pero le llamó la atención que en la balaustrada superior, donde reposan unas enormes esculturas de 162 santos que miran al centro de la plaza y a la via della Conciliazione, existían numerosos huecos, como si muchas de las figuras hubieran desaparecido de la imagen. Lo atribuyó a un despiste del pintor, probablemente algún aficionado de poca monta descuidado con los detalles, y dejó el cuadro en un rincón de su despacho de manera provisional.

Al día siguiente se despertó y escuchó las noticias en la radio mientras se duchaba. Volvieron a aparecer en los titulares referencias a casos de pederastia en la Iglesia, frente a los cuales Joseph Ratzinger mostraba una actitud que al párroco le pareció ambigua. Zaldua meneó la cabeza y se dirigió a su sala de trabajo. Allí reposaba el cuadro en el suelo, pero al observarlo algo captó su atención. En la terraza que se abre sobre el anillo de columnas de San Pedro ya no aparecía ninguna de las ciclópeas esculturas de santos. Asimismo, un estremecimiento le recorrió el espinazo cuando comprobó que en el lienzo la majestuosa cúpula diseñada por Miguel Ángel mostraba desconchados en su estructura exterior.

Tenía que formar parte de algún tipo de broma, una chanza ingeniosa de alguno de sus ayudantes de la parroquia. No podía ser un milagro. No creía en ellos, al menos en los de este tipo. Pero algo le vino a la cabeza. En su juventud había leído un libro que le había impactado y que hacia referencia a una historia similar. Se trataba de El retrato de Dorian Gray de Oscar Wilde. Recordaba un relato gótico en el que un joven consigue que toda la esencia de su alma, la desfiguración de su atormentada psiqué, se deposite en una imagen pictórica que se va degradando mientras su apariencia exterior permanece inalterada.

Era una locura, pero en días posteriores los perfiles de aquella pintura siguieron modificándose. La cúpula renacentista se derrumbó, dejando la basílica de Bramante cada vez más escuálida y desprotegida. La capilla Sixtina, los museos vaticanos, el majestuoso baldaquino de Bernini, los aposentos papales? todas las piezas que configuraban aquella obra se fueron desdibujando día a día, mientras Zaldua leía informaciones referidas a Benedicto XVI y su labor apostólica.

El día en que el Papa llegó a Barcelona y desde la Sagrada Familia arremetió contra el laicismo agresivo que preside esta sociedad, un indigente encontró un trozo de tela envuelto en un contenedor cercano a la iglesia de Zabalgana. Lo desenrolló y al observar su contenido arrugó el gesto. "Parece mi pueblo, no hay un alma", escupió con voz gutural mientras apartaba aquella imagen de un páramo yermo en medio de la nada.

Tras un año aciago y lleno de sinsabores en las Juntas Generales de Araba, llega el momento de resarcir a la ciudadanía con unos presupuestos que deberían ir dirigidos a realizar mejoras eficaces en el modelo de gasto público y de transparencia en la gestión. El año 2010 ha sido el de los desmanes más absurdos en el gasto público. La legislatura ha padecido la falta de una dirección estratégica para el herrialde. Es de sobra conocido que el PNV ha legislado durante tres años consecutivos con el PSE. Los socios preferentes de Xabier Agirre se atribuyen de forma directa la potestad de hacer y deshacer a su antojo las partidas presupuestarias que desde el PNV se le presentan. Es lamentable que exista un pacto velado entre PNV y PSE que desgobierna la Diputación de Araba y el Ayuntamiento de Gasteiz. Y para mayor gloria de ambos, las dos instituciones deberán clarificar en breve su capacidad financiera para afrontar los gastos que han proyectado para las próximas legislaturas. Clama al cielo pensar que hace tres años un Agirre abanderado del cambio pidió a Aralar y a EA entrar en un gobierno de bloqueo al frente españolista. Pues bien, sus buenas intenciones no durarían más allá del segundo día, pues dejaron claro que la fórmula de gobierno, de búsqueda de mayorías, sería con la oposición de PSE y PP. Tras este fracaso, Aralar asumió su compromiso, salió del gobierno foral e invitó al otro socio a hacer lo mismo. Sorprendentemente, EA mantiene su apoyo y validó unos presupuestos llamados a ser los más antisociales de la historia reciente de nuestro herrialde.

Los partidos representantes del progresismo en la cámara foral (Aralar, ANV, EA y EB) presentaron conjuntamente en julio una declaración de intenciones sobre fiscalidad. La izquierda soberanista dio un paso al frente y reivindicó un modelo de fiscalidad diferente para Araba. Aralar puso en valor diferentes propuestas como el aumento en el porcentaje de los ratios para las rentas más altas, el aumento del impuesto de sociedades hasta situarlo como mínimo en el mismo coeficiente que existía anteriormente y, a su vez, dotar de mayor capacidad recaudatoria al impuesto sobre sucesiones y al impuesto patrimonial. Aralar ha denunciado cómo desde este gobierno, una y otra vez, se utilizan viejos pero no olvidados eslóganes de la derecha liberal para intentar asustar a la sociedad con el lobo de que un mayor nivel impositivo repercutiría directamente en quienes disponen de menores recursos económicos. Tal falsedad nos obliga a recordar quiénes han subido los impuestos directos al consumo, que no diferencian entre rentas: el PSOE, apoyado por PNV y PP. Es imprescindible atajar por la vía del ingreso y no acortar la vía del gasto. Si se recorta el gasto, se reduce la capacidad de acción pública, mermando la calidad de los servicios y además regalando dinero a las subcontratas cercanas a determinados partidos políticos. Realizar políticas fiscales progresistas mejora y potencia el papel de las instituciones. Las reformas que se deben acometer afectan a los órganos de control, para aumentar la transparencia a la hora de recaudar y de gastar lo recaudado. Por ello, es necesario implementar políticas activas para detectar y penalizar el fraude y apoyar políticas recaudatorias que permitan cumplir los objetivos de gestión pública, mejorando si es preciso el sistema recaudatorio.

El cambio en las instituciones y en las estructuras vendrá de la mano de una apuesta por nuevos modelos sociales. Para ello, Araba cuenta con plena competencia fiscal. Eliminar o debilitar esa capacidad competencial está suponiendo una constante merma en la cantidad y calidad de los servicios públicos, con resultado desigual para el conjunto de la sociedad alavesa, al resultar ciertos sectores más afectados que otros (como siempre). Si queremos crear una sociedad más justa resulta imprescindible defender nuestro modelo público dotándolo de mecanismos que garanticen su calidad y su eficiencia. Si no, los modelos de gestión privada agudizarán aún más las desigualdades. Araba necesita unos muy buenos presupuestos para 2011. Las pymes, la clase trabajadora y la sociedad alavesa en su conjunto merecen un mejor modelo de gestión y de sociedad, centrado en las personas, en la toma de decisiones compartidas y en la capacidad de crear, entre todos y todas las alavesas, una alternativa social y económica al actual statu quo.