Yo fui fumador, y me costó lo suyo dejarlo, y de no haberlo hecho, hoy no estaría escribiendo este comentario. Según las estadísticas, hoy mueren por causa del tabaco algo más del doble de personas que por los accidentes de tráfico, y como al fumador no le podemos quitar puntos, ni detectarlo por radar, la única solución es prohibir que fume en recintos públicos cerrados, sobre todo pensando en el fumador pasivo, el cual, sin comerlo ni beberlo, sufre las consecuencias del humo hasta el punto que por cada cinco fumadores activos que cascan, un fumador pasivo entrega la cuchara.
Es un grave error el haber redactado la ley tal cual se ha hecho, porque no se prohíbe fumar, lo que procedía era decir que lo que se prohíbe es obligar a fumar al que no lo desea, que no es lo mismo. Suele ser una evasiva por parte del fumador, decir que de algo hay que morir, pero fumando ponemos en riesgo máximo nuestra salud, y no sólo eso, sino la mala calidad de vida que le aguarda al fumador a partir de su tercera edad, si es que llega a disfrutarla.
Me ha llamado sobremanera la atención lo manifestado por algunos representantes del gremio de la hostelería al decir que la prohibición de fumar va a ser su ruina, y yo creo que de ninguna manera, y por lo que a mí respecta me animaré a degustar con mayor frecuencia esos pinchos que se exhiben en las barras de los bares, y que no me atrevo actualmente dado que cogen un gusto a tabaco intolerable, por cierto, no estaría de más que esos pinchos estuvieran cubiertos por una vitrina, como dictan las ordenanzas, y que la gran mayoría las ha interpretado que son pa si se quiere.
Los que estamos inmersos en la tercera edad no fuimos advertidos en su día del peligro que entrañaba el tabaco, con la mala suerte, además, que lo puso en moda el cine en las décadas de los años cuarenta, cincuenta y sesenta, donde tanto para ellos como para ellas el cigarro en la mano era un recurso en la escena, y que luego los más famosos pagarían con su vida, al contraer esa terrible enfermedad como es el cáncer. Hoy ya no es como antes, el fumador tiene la gran suerte de estar advertido de los peligros que conlleva fumar. Y al gremio de los hosteleros, decirle que en la mayoría de los países civilizados está en vigor la prohibición de fumar, y que los clientes fumadores que puedan perder serán compensados con creces por los que no fumamos.